martes, 14 de mayo de 2013

IDLEWILD

MAKE ANOTHER WORLD (2007)

Cuando hace unos diez años (caray como pasa de rápido el tiempo), Coldplay vinieron a presentar su segundo disco a Barcelona ajenos aún a su inminente eclosión mediática y comercial, trajeron de teloneros a estos cinco muchachos de Edimburgo (Escocia), por aquel entonces totalmente desconocidos para mi. Busqué material con su firma porque en un principio tenía claro que iba a poder asistir a aquel directo, craso error de confianza porque el salto de popularidad de los británicos estaba a punto de materializarse y finalmente no pude asistir al evento, resarciéndome meses más tarde con su siguiente visita con sus paisanos de Feeder como teloneros y un par de años después con Goldfrapp ejerciendo el mismo papel. Tenía muchas ganas de ver a Idlewild en vivo y me supo bastante mal quedarme sin entrada en esa ocasión, más teniendo en cuenta que a la postre supondría la última oportunidad que tendría de verles en ese formato, pero me conforme con haber tenido la suerte de llegar de alguna manera a su discurso, ya que sus cuatro primeros álbumes, que eran los que tenían editados hasta entonces, me encantaron, bueno, más bien el tercero y el cuarto, puesto que sus dos primero fueron, tal como ellos mismos reconocen, una mancha en su historial alejada de lo que luego significaría su sonoridad distintiva. Durante un largo tiempo les seguí la pista y los tuve en un pedestal, pero su siguiente álbum 'Warning/Promises', pasó algo desapercibido para mis oídos sin saber muy bien la razón debido a que su contenido seguía la estela marcada en sus comienzos, y no fue hasta la aparición de este 'Make another world' que volví a cogerle el gustillo a su música.

Mucho más bailable y accesible, incluso diría que actual al desaparecer gran parte del rastro ochentero que había en sus antecesores, este trabajo se presentaba como canalizador de un golpe de efecto a sus propios parámetros sin grandes pretensiones. '100 broken windows' y 'The remote part', el cual posteé por aquí hace unos cuantos años, me parecieron discos majestuosos, autenticas maravillas que sin embargo no acabaron de cuajar entre la oleada indie de aquel periodo, a pesar de que no hubiese sido nada extraño que habiendo sido elegidos para acompañar a los de Chris Martin, su prestigio creciera de forma considerable. El impasse que supuso su siguiente paso, tal vez provocara que después cogiera con tantas ganas este álbum, pero ahora, transcurrido un largo tiempo, lo miro en perspectiva y veo que la razón fue que aquí dieron la vuelta de tuerca necesaria para que la maquinaria volviera a funcionar como un tiro, con energía, melodías adictivas, buenas líneas de guitarra y esa magnifica voz asumiendo el liderazgo como nunca antes lo había hecho. Hoy que me he enterado que la banda se encuentra en un hiato, me ha gustado recuperarlos para la causa auditiva y disfrutar con canciones tan magnas como las diez que componen esta obra. No obstante, antes de comentar la sensación que me da cada una de ellas, sigo la costumbre y cuento un poco como empezó su carrera.

La cosa se concibió a mediados de los noventa, cuando unos jóvenes que en su mayoría no habían alcanzado la veintena de edad, emprendieron la marcha atrapados por las mil y una escuchas que le daban al post-hardcore de Fugazi. En sus primeros pinitos se manifestaban bajo el  influjo de dicho género, alejados de la accesibilidad, hasta que optaron por dar cabida en su mensaje a las otras influencias y gustos de adolescencia, con Sonic Youth, Bob Dylan, Pixies y R.E.M como principales referentes. Si bien no era algo notable en cuanto a orientar su futuro, porque siempre sonaron a ellos mismos y era difícil darles una ubicación clara acorde a estilos, si que fue fundamental para aclarar su idea de afianzarse en un terreno genuino que les hiciera distintos a los demás. Una evolución sincera, puesto que no se resintió para nada su esencia y que fue bien entendida también por su principal avalador, Steve Lamacq, ilustre locutor de la emisora de radio BBC, que era un enamorado del grupo en sus comienzos, acudiendo a ellos siempre para pincharlos en su famoso programa 'Evening session', y que continuó dando cabida a sus nuevos singles para promocionar la que él consideraba una de las mejores formaciones de directo de las Islas. Con semejante adjetivo y el apoyo de revistas especializadas como New Musical Express, Melody Maker y Kerrang!, pronto llovieron las ofertas discográficas, firmando con Food Records, que recientemente había fichado a Blur, una de las bandas favoritas de estos chicos, a pesar de que en sus propuestas hay pocos puntos en común. Giras con Ash, Manic Street Preachers y Placebo fueron el colofón necesario para que su nombre se escribiera en letras grandes. Ya todo el buen aficionado al rock alternativo, sabía de su existencia. Buena muestra de ello es el hecho de que fueron invitados a la ceremonia de apertura del parlamento escocés, ubicado en su ciudad natal, un hecho histórico para su país de origen.

Y así llegó la consagración con ese par de magistrales trabajos antes citados, que sacaron entre finales de los 90's e inicios del nuevo milenio, en los que invadía su atmósfera el espíritu de The Smith y Echo And The Bunnymen. Con ellos su cotización subió como la espuma, se hicieron un hueco en su recorrido por las Américas y entablaron una gran amistad con Pearl Jam, que exigieron su presencia en el escenario para tocar juntos el último tema de la gira mundial de 'Riot act', finalizada en Chicago (Illinois). Ya metidos en harina, decidieron sacar nuevo material a la luz al tiempo que rompían su relación con el sello Parlophone tras ocho años de actividad común. Esa fue su última faena para una multinacional y se notó en la paredes que retenían la furia rockera de la misma. Se unieron al catálogo del reactivado Sequel Records que tuvo mucha fama en los 60's pero que estaba en el dique seco desde hacía varias décadas y su piel fue renovada con este largo (aunque curiosamente fue una mala apuesta, ya que esa discográfica cerró poco después de publicarlo). El cambio les vino bien para recuperar el pulso y ya de vuelta a la humildad nos llegó este álbum.

Llamaron al productor de sus dos mejores elepés y esa fue la piedra angular para que el regreso a la buena senda fuera triunfal. En el espacio de tiempo que separa el quinto álbum de este sexto, su vocalista Roddy Woomble, editó su debut en solitario, desmarcado totalmente del sonido de su banda madre y enfocado al folk con ligeras reminiscencias celtas. Puede que esa fuera la clave para que la vuelta de Idlewild sonara más fresca y desacomplejada o como dijo su líder 'el grupo tomó la decisión consciente de hacer un disco de rock fuerte, fuerte'. Esta virtud se nota cuando escuchamos canciones como "In competition for the worst time", eléctrica, potente, con corazón de himno, una apertura arrebatadora con cierto deje a My Vitriol, haciendo sonar los instrumentos con empaque, y un solo de guitarra que trae a la memoria inevitablemente a Dinosaur Jr muestra de que también hay mucha deuda noventera a lo largo y ancho del minutaje, "Everything (as it moves)", recurriendo a ese hardcore melódico que también manejaban en su adolescencia, una pieza con un estribillo eficaz que cabalga a lomos de una fabulosa base rítmica, "No emotion", segundo sencillo extraído del lote y que probablemente sea el que mayor gancho comercial poseía, un tema trepidante, bailable y coreable, radiante y emocionante, a la altura de sus éxitos de antaño, "Make another world", homónima pista que ejecutan con un misticismo formidable, como si fuera un pelotazo pop de aires progresivos de los 80's, con cierta similitud con lo que hacen Snow Patrol pero con una velocidad más afín a James, Maxïmo Park o a los Yo La Tengo más hipnóticos y poderosos, "If it takes you home", guantazo punk-rock de incalculable valor, vitamínica, salvaje sin llegar al extremo y dando motivos para que entre en un par de ocasiones un parón mágico de fragilidad que baje las pulsaciones, "Future works", quizás el corte más experimental de su carrera, ni que sea porque incluye una sección de vientos y porque se evade en su ambiente alucinógeno, "You and i are both away", mezcla de calma y tempestad surcando los mares de estilos tan adversos como la música de raíz irlandesa y el rock sinfónico, y ese par de diamantes que son "Once in your life" y "Finished it remains", uniendo fuerzas junto con ese asombroso bonus que supone la sorprendente relectura en onda power-pop del 'Lookin' for a love' de Neil Young, todo un broche de oro para despedir un trabajo excelente.

La formación de Idlewild estaba compuesta en ese momento por Roddy Woomble, Colin Newton, Rod Jones (también miembro de The Birtday Suit, donde ejerce de vocalista y guitarrista), Gareth Russell (ex-bajista de Atrid y The Reindeer Section) y Allan Stewart (que compaginaba además su labor como bajista de DeSalvo y Holy Mountain). Les ayudaron en la grabación, Inara George (voz de The Bird And The Bee), Mick Cooke (trompetista de Belle & Sebastian) y Tom Smith.


2 comentarios:

  1. Si cosito, pero ojalá puedas tener la oportunidad de verles! Me han gustado y más porque se te notaban las ganas de escribir sobre ellos! Tienen uno que otro tema pegadizo, bien por ellos! jeje.

    Muaaaaa!

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  2. Pues será difícil porque me da en la oreja que no llevan mucha intención de juntarse de nuevo y además, aquí nunca venían a tocar en directo :(
    Pero bueno, me quedan sus discos para seguir disfrutando de su música, que la verdad me parece muy gratificante, sobretodo la voz de su cantante, que me encanta.
    El otro disco que posteé de ellos, es magnifico, lo debes tener por ahí, ya le darás una escucha para refrescar la memora :)
    Muas infinitos!

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