martes, 18 de junio de 2013

EWERT AND THE TWO DRAGONS

GOOD MAN DOWN  (2011)

Ya han pasado más de veintidós años desde que la Unión Soviética se disolvió y los países que la formaban alzaron el vuelo por libre. Desde aquel día en el que la llamada 'revolución cantada' provocó el feliz desenlace, empecé a interesarme por aquellas patrias desconocidas para mi, principalmente por las que formaban lo que se conoce como Estados Bálticos, pero he de reconocer que lo hice bajo el efecto de mi afición al baloncesto. Por aquel entonces era todavía más ignorante de lo que soy ahora (que ya es decir), pues apenas tenía once años, pero ya me apasionaba el noble juego de la canasta y me sabía los nombres de los jugadores de toda selección puntera que se preciara, así que la noticia, me dolió en ese aspecto, porque  mi admirado combinado de la hoz y el martillo iba a quedar muy mermado (aunque tendría su versión moderada representada en una plantilla formadas por rusos bajo la denominación provisional de CEI, siglas de Comunidad de Estados Independientes), para la próxima competición o al menos eso pensé al ver como sus mayores estrellas Sabonis, Homicius y Kurtinaitis eran lituanos y defenderían el verde de su bandera en los Juegos Olímpicos de Barcelona, algo que sumado a la desunificación de Yugoslavia, que no participaría por estar inmersa en conflicto bélico, restaba interés a unos equipos que a día de hoy no sabemos si de permanecer intactos, habrían hecho hincar la rodilla al mítico 'Dream team' estadounidense. Pero al margen de todo ese devenir deportivo que supuso la primera conciencia que tuve de la existencia de aquellos puntos geográficos, aquel año fue histórico para esos pueblos. La mayoría de los países occidentales pensaban que la incorporación de Lituania, Letonia y Estonia a la URSS había sido ilegal, y formalmente no las consideraban parte del gigante comunista. Esta interpretación legal se mantiene en la actualidad y es compartida por los gobiernos actuales y la mayor parte de la población de los tres países.

Pasadas dos décadas he ido descubriendo mas cosas de esos cautivadores territorios y de Estonia en concreto, es más, hasta el momento de empezar a escribir esto casi había olvidado los nombres de Tiit Sokk, aquel notable base que defendió los colores de Panathinaikos a mediados de los 90's y que ahora es seleccionador y de Martin Müürsepp, que tiene el honor de ser el único estonio que llegó a la NBA, en detrimento de tener muy presente la belleza de su paisaje, el cual pude ver a fondo en un documental que busqué a conciencia tras despertarse mi curiosidad al ver unas breves imágenes en una vieja gala de Eurovisión celebrada allí, redondeándose mi interés por ese país de preciosa bandera con la satisfacción de conocer a este espléndido grupo procedente de Tallinn, la más emblemática de sus ciudades y por consiguiente su capital. Solo de un lugar tan idílico tenia que venir un sonido tan sofisticado, alegre y atractivo como el que practican estos cuatro muchachos que mezclan indie rock, folk y pop barroco con una soltura sinigual que les emparenta directamente con formaciones como Fanfarlo o Port O'Brien.

Sin necesitad de contar con una dilatada experiencia a sus espaldas, Ewert And The Two Dragons, ya se han labrado un buen status en la Europa del Este, donde su propuesta es bastante popular. Se formaron hace tan solo cuatro años, en los que han editado dos álbumes de estudio, el debut 'The hills behind the hills', que ya mostraba todo su potencial, y este esplendoroso 'Good man down', su asentamiento en la industria que raya a un nivel prodigioso que una vez asumido deja con el escepticismo de averiguar porque diantres no es un grupo mundialmente conocido. Su sonoridad es cautivadora, accesible, afín a cualquier estilo que esté en boga en esta época, y sus juegos vocales, sumados a su preciosista instrumentación y las deliciosas melodías, son baluarte de atractivo triunfal, así que es difícil saber porque la cosa no ha explotado del todo, tal vez sea por una promoción limitada o por ser de unas tierras con poca tradición musical a nivel comercial e innovador. En este corto periodo de actividad, han pertenecido a cuatro sellos distintos, cada uno de un país (Francia, Finlandia, Suecia y Letonia), con lo que de algún modo, ellos tiene la pretensión de querer progresar y buscarse el derecho a ganarse las abichuelas con su talento, pero desgraciadamente la cosa ha ido lenta hasta el momento, pero en ese esfuerzo a entrado en liza la multinacional alemana BMG Rights Management, que está dispuesta a darles el apoyo necesario para que su nombre resuene alrededor del mundo. El caso es que lo que nos brindan es muy apetecible y dentro de lo que cabe, genuino, porque cuesta achacarle referentes claros de manera generalizada, aunque no tanto en pequeños matices dentro de sus canciones.

En este segundo y hasta la fecha último lanzamiento discográfico, cubren de personalidad esas casi imperceptibles influencias de antaño (en sus inicios hacían versiones de Jeff Buckley, The Police y Radiohead), hasta el punto de sonar a ellos mismos constantemente, algo digno de mención. Grabado en una casa de campo familiar situada en Kloogaranna, una aldea ubicada en la zona rural de Kelia Parish, perteneciente al condado de Harju (Estonia), de un modo más profesional que su ópera prima, que fue concebida en la casa de los suegros de su vocalista y líder Ewert Sundja en tan solo tres jornadas de trabajo, al acabarse de cuadrar en el cercano centro de artes escénicas de la ciudad de Türi, con todo tipo de avances tecnológicos, evoluciona con sentido al compás de una variedad estilística en la que se mueven como pez en el agua. Cercano al pop-rock elegante y avanzado de los también bálticos Braistorm (afamada formación veterana de Letonia, que se considera la más exitosa de la zona y que ha declarado su admiración por este grupo), su mensaje es excitante y revoltoso cuando se exalta y melancólico y dócil cuando rebaja el tono, condición indispensable para que podamos recostarnos en ese cómodo colchón que se basa en piezas tan saludables como el trío de singles que además forman el primer tercio del álbum, "(In the end) there's only love", trepidante inicio que mezcla la festividad ochentera de Dexys Midnight Runners con la armoniosa velocidad de los suecos Shout Out Louds, un comienzo formidable al son de las palmas, los coros tarareados y las percusiones abrazadas al rasgueo acústico, "Good man down", titular que posiblemente sea emblema por su eficaz estribillo, una sensacional canción, mi favorita de hecho, que empieza con un bajo que ya anuncia cierta deuda con la música medieval, en la onda de lo que hacen los italianos Spiritual Front, donde destaca mucho la magnifica voz de su cantante y ese aire The Decemberists de su espíritu trovador, "Jolene", otra ricura de fácil degustación, con unas estrofas que son pura magia, una declaración de amor eterno, "Panda", excelente corte de folk intimista que sobrepasa los siete minutos de duración y que se encuentra a medio camino entre José González y Mike Wexler, "Burning Bush", fascinante tonada a piano, que al ralentí recuerda mucho a los Coldplay menos sobredimensionados, "Sailor man", con un deje mínimo pero presente a Bon Iver, quizás por el registro vocal, una delicia que crece a cada segundo como si emulara una salida hacía el final de un túnel curvado, y "The rabbit", algo oscura pero asilvestrada, más propia de cualquier combo americano con unos ruidos laborales (de picar piedra, vamos), que traen a la memoria alguna que otra canción de Patrick Wolf.

El nombre del grupo hace alusión al título de una película que marcó la infancia de su fundador y que tenia como protagonista a un dragón de dos cabezas. Ewert Sundja, Ivo Etti, Kristjan Kallas y Erki Pärnoja son los responsables de esta sobresaliente obra.

2 comentarios:

  1. Hay que joderse con la globalización. Si ahora te ponen una banda que cante en inglés y te preguntan de dónde crees que son, seguro que fallas. Estos suenan cojonudamente, y esa es la clave, que cada paisano asimila sus influencias como les sale de los huevos, como debe ser. Dentro de nada nos clavan flamenco-pop neozelandés y ni nos enteramos. Y si no al tiempo jeje
    Por cierto, cómo te vas por las ramas cuando hablas de basket, estonio!!

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  2. jajaja, si tio, se me fue de las manos, la verdad es que se me va la pinza con el tema, creo que lo más sensato habría sido hacer un blog sobre basket y dejarme de hostias musicales :D
    Luego imagino que los cuatro gatos que lean esto, dirán 'pero de que cojones habla este gacho??', jajaja.

    Sobre de lo que uno ya no sabe ubicar de donde es cada banda, cuanta razón! mira que suenan bien estos tipos, quien diría que son de allí, verdad? ya no hay barreras para hacer música actual con gancho en ninguna parte del mundo. A veces pienso en los grupos que he ido poniendo por aquí, y creo que he puesto grupos de mas de 50 países si no me fallan las cuentas a ojo de buen cubero.
    Fijate que hay un tio en Toledo que hace música a lo Pinback (incluso mejor, que coño), con eso te lo digo todo :D

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