KING CRIMSON

IN THE COURT OF THE CRIMSON KING (1969)

Cansado como un burro que lleva mercancía pesada de un pueblo a otro, acabo de llegar al hogar dulce hogar, tras estar todo el santo día de arriba a abajo caminando por la ciudad. La razón, la visita de mis amigos Carlos y Trinidad con el pequeño Víctor, que han sido una perfecta compañía para una jornada tan divertida como dura, pues no estoy acostumbrado a recorrer tantos lugares en Domingo de guardar (han caído el zoo, el parque de la Ciudadela, el parque Güell...) . Por alguna extraña razón y mientras cavilo si salir a tomar unas copichuelas o desistir de la idea en virtud de quedar mañana con energías renovadas con la impagable Lapor que también anda por aquí de turista, me ha apetecido sentarme unos minutos a escribir sobre este pedazo de álbum y finalizar la serie sinfónica a la espera del primer clásico Real Madrid-Barça de la temporada.

Quizás esta sea la joya de la corona de los cuatro últimos discos que he posteado, no me imagino muchas propuestas actuales sin la existencia de este majestuoso 'In the court of the crimson king' con el que debutó esta formación de Londres (Inglaterra) a finales de los 60's. Gente tan dispar como Radiohead, Nirvana, Porcupine Tree, Primus, Tool, Faith No More, Bark Psychosis o Dream Theather, empezaron sus carreras bajo su influjo e incluso ilustres de tiempos pasados como Yes, Asia, Genesis, The Who o Emerson Lake & Palmer, reconocieron la importancia de estos tipos como referencia. Es tal la magnitud de las cinco pistas que componen esta obra, que me es imposible no ver algo de ella impregnado en la mayoría de combos que escuché tras degustarlo por primera vez, aquel día en el que me decidí a comprar una cinta de cassette cuya sufrida y extraña portada me llamaba la atención desde el panel de ofertas del piso subterráneo de una vieja tienda ya desaparecido que se estaba situada el la calle Pelayo, en pleno corazón de la ciudad. Aún mantengo fresca la sensación de llevar a mis oídos estas composiciones en su momento. Fue tan refrescante, tan innovador, peculiar, inocuo, jamás había escuchado nada igual, no se me ocurría con que género asociarlo (vaya por delante que además era un crío de diez años), pero si era consciente de que había hecho una de las mejores compras de mi vida, es más, si hubiera tenido un presupuesto sobrado, habría vuelto a la tienda a pedirles disculpas por haberme llevado aquella cinta a un precio tan ridículo sin avisarles de que estaban haciendo el canelo.

Pero bueno, que me lío con las batallitas y queda poco para el partido...esta mezcla de rock sinfónico-progresivo, jazz fusión, folk experimental y otras hierbas venenosas comenzaba con el que probablemente es su corte más popular "21st century schizoid man", una atrocidad de ritmos inagotable, con vientos que seguro influenciaron a Morphine, y que además incluí una pista oculta dentro llamada "Mirrors" (de hecho el lote completo esconde en casi todas sus pistas algún tema extra de incógnito), un retazo que se puede decir igualmente que abrazaba los parámetros de la psicodelia elegante, aquella que podemos escuchar también en loas discursos de coetáneos olvidados como Hawkwind o Tangerine Dream, la preciosa "I talk to the wind", donde se puede percibir cierta herencia beattleiana, suave, dulce, un pasaje folk de ternura bucólica con flautas celestiales, la gigantesca "Epitaph", para mí la mejor creación de su cosecha, compuesta por la nada desdeñable cifra de trece álbumes de estudio, una canción cargada de pasión emocional que no se aleja del imaginario de Pink Floyd y The Moody Blues, uno de esos caramelos auditivos que si te los llevas a la boca una sola vez se queda el sabor a perpetuidad y de la que hay que destacar que como la inicial está separada en dos de esos extractos denominados "March for no reason" and "Tomorrow and tomorrow", la mastodóntica "Moonchild", donde dan rienda suelta a distintos estados de ánimo, en este caso separados bajo el nombre de "The dream" y "The illusion", pasando del folk-rock inglés a la improvisación pura del jazz, en sus más de trece minutos de recorrido, y enlazando en un final brillante con la épica del progresivo de la época aplicada de forma encomiable en la homónima "In the court of the crimson king", dividida en dos partes, "The return of the fire witch" y "The dance of the puppets", a cual mejor.

King Crimson eran en sus comienzos, Robert Fripp, Greg Lake, Michael Gilles y Ian McDonald.