lunes, 26 de noviembre de 2012

SLEEPY SUN

FEVER (2010)

Suculento fin de semana que me he echado al cuerpo en un sin parar pleno en diversión. Hacía tiempo que no exprimía tanto una reunión colegueril y la verdad es que lo he pasado en grande, encima no tuve ni daños colaterales, no me afectó ni el garrafón, que jabato, que porte, que hombre tan capacitado, madre! sé que queda mal que lo digo yo mismo, que igual suena altanero, pero pardiez!, que bien aguanté el tipo a pesar de tanto tute. Hoy lunes empiezo fuerte, con ganas, y tras pasar un rato con mi 'hermano' Dani, haciendo el cabra en su furgoneta de reparto al compás de las risas, me he subido a casa con la sana intención de escribir unas líneas sobre esta buena banda estadounidense que ha amenizado parte de los pocos ratos caseros que he tenido estos dos días y sobretodo los trayectos a pie. Todavía con el sabor de la sabrosa carne asada que preparó al estilo argentino el padre de una amigo para la colección de sinvergüenzas que fuimos invitados al evento del sábado, me viene aroma a brasas, bosque frondoso y espíritu libre cuando escucho las canciones del segundo álbum de esta formación de Santa Cruz (California), editado hace dos años. Tenía pendiente publicar una entrada sobre él desde que lo incluí en aquella discreta lista con algunos discos interesantes editados en el 2010. pero lo he pospuesto hasta esta fecha de manera inconsciente. El caso es que el sonido de estos muchachos es excelente e ideal para iniciar esta jornada, que de momento se presenta tranquila y muy apta para recordar vivencias en la plácida serenidad de nuestros pensamientos.

Por eso las guitarras de finalidad setentera que irrumpen en la piscodelia folk-rock de Sleepy Sun evocan un sentimiento de poderosa autosuficiencia, de almas en flotación, como si sus notas pudieran introducirse en nuestro interior y hacernos pensar que nunca tuvimos limitaciones, que este mundo está libre de ataduras y jerifaltes con ansías de poder, que no pertenecemos al sistema ni sufrimos la presión de ser simples marionetas. Me produce esas extrañas sensaciones quizás por el curioso funcionamiento creativo de sus componentes. Su unión y su buena armonía como banda es digna de admiración y de algún modo eso hace que su música sea muy autentica o cuanto menos pasional, partiendo de unos gustos comunes y un estilo de vida conjunto. Residen todos juntos en un caserón situado a las afueras de San Francisco (California), una bohemia asombrosa que perdura desde hace más de un lustro sin que haya mediado discusión alguna, siendo una piña como grupo y pasando a ser más una comunidad inmersa en la nostalgia del modus vivendi hippie (al igual que los geniales Anathallo, que también comparten morada). Resulta curioso imaginar el ambiente dentro de esas cuatro paredes, con el sol radiante de la Costa Oeste entrando por las habitaciones mientras los músicos se dividen en las tareas culinarias, artísticas o recreativas, con todos los trastos esparcidos por la moqueta, ya que tienen el estudio dentro de casa, junto al salón y trasnochando sin estrés alguno como entes asilvestrados. Muy conciliador todo en si, supongo.

Hicieron su primera incursión discográfica grabando algunas piezas inencontrables cuando aún compaginaban su hobby con los estudios bajo el nombre de Mania a mediados de la década pasada, eligiendo para esos comienzos por un garage-rock que ya portaba consigo alguno de los ingredientes que en la actualidad aplican a su discurso. Unos años mas tarde incorporaron a una cantante femenina que tocaba en una banda de su barrio llamada Birds Fled From Me, y con su presencia y el tono serio que empezó a tomar el asunto, vieron que había un filón que exprimir con su producto. Acertado pálpito porque en un santiamén andaban recorriendo su estado de cabo a rabo y conquistando multitud de oyentes, hecho que proporcionó que el sello ATP Recordings se fijara en ellos, les extendiera un contrato, sacara a la luz su brillante debut 'Embrace' y les encajara como teloneros en la gira norteaméricana de los británicos Artic Monkeys (un año después lo harían como escuderos de The Black Angels, que no quiero ni imaginar como tuvo que ser de apoteósico ver a ambos en una misma velada), que en aquel entonces estaban en su momento más stoner tras crear un disco con Josh Homme de Queens Of The Stone Age en tareas de producción. Por ese motivo su afinidad estilística no era tan distante y los que apoyaban el cambio de cara de estos, aplaudieron a rabiar las virtudes de nuestros protagonistas. Nada mejor para llegar a las masas que abrir para un grupo estelar.

Ya como una banda que sin ser mundialmente conocida si era muy respetada dentro del circuito independiente, se lanzó este monstruoso 'Fever', que a pesar de que ha tenido una continuación ('Spine hits', con fecha de esta misma temporada) que aspira a mayores cuotas, es para mi su álbum cumbre. Superar el listón de atención del primer disco siempre es ardua misión, pero lo es todavía más consensuar unas bases que hagan del mensaje un acto reconocible, y ellos lo hicieron con una facilidad pasmosa. Con su segunda obra ya eran por derecho propio, una de esas formaciones cuya sonoridad se reconoce al instante. Completaron un trabajo adictivo de los que caminan solos y se escuchan una y otra vez en un bucle infinito, pero lo hicieron con encanto, sabiendo aprovechar sus bazas, con canciones gruesas, de texturas anchas y espesas que funcionan a ritmos distintos y en contraste, siempre opuestas a sí mismas. Cada pieza estira y aprieta en dirección contraria, duro y atmosférico como si de un deje del krautrock menos conceptual se tratara, formando un movimiento interno, hacía delante y hacía atrás, pesado y oscilante. No reniegan de ello, es más, se jactan del aprendizaje adquirido al digerir toda esa amalgama de géneros enfriados con el paso del tiempo, reconociendo que se nutren de ese elemento cinético para su columna vertebral, de la melodía entre el caos, esa oscilación que vuelve a su esencia en una nube de ritmo, experimentando con capas y texturas nuevas partiendo de ese punto, sin tregua, de una manera cerebral pero cálida, visceral a su vez.

Cortes prolongados que te hace entrar en trance, nueve composiciones monumentales, inagotables, imponentes en su intención de abrumar y abrazar emociones, como destapa en ejemplo el poderío inicial de "Marina", riffs blacksabbathianos en fraternidad con la fantasmagoria Woodstock, golpes secos de parche y armonía pseudo-country, gloriosa miscelánea que mezclada en su coctelera eléctrica nos hace sucumbir en una viscosidad etérea voluminosa, puede que el tema más logrado del disco, con estruendo controlado, paréntesis de calma, armónicas retrospectivas y las dos voces hombre-mujer compaginando su labor con mucha cordura, dividiendo su ímpetu en dos partes bien diferencias pero que hablan el mismo idioma, la segunda más próxima al universo Akron/Family, una delicia de inicio, de los mejores de aquel curso, en resumen, "Rigamaroo", poso tranquilo comandado por la delicadeza acústica, polifonías dulces y unos aires que beben del folk clásico, tal vez con los Fleetwood Mac más arraigados en el horizonte, "Wild machines", como si Fleet Foxes mostraran entusiasmo por el hard-rock de Deep Purple y el virtuosismo de Jimi Hendrix, un corte excepcional que nos traslada directamente al pasado, una gozada para amantes de la vieja hornada rock, ejemplo inmejorable para demostrar a los que se cierran en banda con aquello de 'ya no se hace música como la de antes', que se están perdiendo todo un vendaval sonoro con lo que aportan muchas de las nuevas generaciones por culpa de su abnegación, "Ooh boy", nana ligera y efímera que encuentra su hueco en algún lugar entre Jeff Buckley y Bowerbirds, "Desert God", de lectura genuina, la gota que colma el vaso a la hora de definirlos como intrépidos, pues su definida energía bebe tanto de la música tradicional hindú como de los Pearl Jam más reposados y apegados a la raíz americana, pero también del slowcore agorafóbico de Brightblack y el blues garagero de etiqueta que revitalizaron The White Stripes, "Open eyes", elegida en su día como sencillo de presentación, una maravilla que consta de tres partes enlazadas en una sola pista de ambiente espeluznante y terrorífico, con una reverberación vocal en sus dos primeros minutos que trae a la memoria los Catherdral de su mejor época, "Freedrom line", una preciosidad que también parece estar pensada en dos veces, haciendo rozar el gospel con la inmediatez del rock contemporáneo, y "Sandstrom woman", sencillamente brutal, mi favorita del lote, una barbarie de casi diez minutos en la que cabe todo, dando fe a una hipotética amenaza velada que consiste en exhibir fuerza en transiciones dominadas por el autocontrol en un movimiento que se frena solo cuando ellos quieren, y es que como ellos decían en una entrevista que leí hace a razón de la salida al mercado de este disco, lo que mejor saben hacer es profundizar en esa dinámica de tirar/empujar-dureza/suavidad. Un diez en conjunto y un álbum sumamente recomendable sea cual sea vuestro gusto.

Bret Constantino, Matt Holliman, Evan Reiss, Jack Allen, Brian Tice, Rachel Fannan y Hubert Guy (que a principios de este año dejaron el proyecto), fueron los causantes de esta joya inmortal.

7 comentarios:

  1. En el Primavera estuvieron muy bien, aunque lo cierto es que al no conocerles demasiado de antes quizá no llegué a implicarme del todo. Buen disco, excelente reseña ;)

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  2. Uno más de los innumerables solapes de la pasada edición...los hijos de mil padres me los hicieron coincidir con Jeff Mangum!! con las ganas que tenía de verles, no te puedes hacer idea de lo mucho que me cabreó ver que coinicidían con uno de esos artistas de 'una y no más Santo Tomás', que rabia, tio.
    Este es un discazo como la copa de un pino, échale un oído que creo que te puede gustar mucho.
    Me alegra que te haya gustado la reseña :)
    Un abrazo, figura!

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  3. Las cosas por su nombre, Klansklans! :D

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  4. Oye, no conocía a este grupo, pero la verdad es que me ha gustado mucho, ya voy por la tercera escuchada, y eso significa que pasa a mi colección :D

    Gracias por mantenerme al día de lo que se cuece, Txarls!

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  5. Soy Jotamaza, a todo esto :D Que he hecho login de una forma distinta :D

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  6. Es que es uno de esos grupos que sin ser todavía muy conocidos, hacen algo que podría gustar a muchísima gente, la verdad. Mezclan varios estilos y suenan tan añejos como actuales, a mi me encantan.
    Me alegra mucho que pasen a formar parte de esa colección tuya :D
    Ah! ya hubiera sabido que eras tú, estás nombrado como músico de lujo en uno de los posts de este humilde blog, ya sabes, jaja.
    Un abrazo, perdona la tardanza en contestar (estaba en Zaragoza en este puente y allí no dispongo de conexión alguna con la tecnología) y gracias a ti por pasarte por aquí de vez en cuando y tener el detalle de comentar tus impresiones.

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