domingo, 6 de enero de 2013

ELIZABETH MITCHELL

YOU ARE MY FLOWER (1998)

Día de Reyes y recuerdos a mansalva. Que tierna infancia, que jornada tan anhelada para la chavalería, que importantes y recompensados nos sentíamos nosotros mismos cuando éramos críos, anda que no me gustaba a mi que llegara la noche del cinco al seis de Enero, para esperar a los tres de Oriente. Me parece especialmente entrañable esta celebración, con razón en mi caso, porque como os conté con motivo de mi cumpleaños en el pasado Martes de Navidad, nunca me daban los regalos de Papá Noel, si no que esperaban a esta fecha para estirar la cartera y obsequiarme con algo. Fui un estudiante pésimo, pero nunca me trajeron carbón, tuve suerte, tampoco es que se pueda decir que recibí lujos envueltos en papel caro, pero todo lo que me daban me entusiasmaba, ya fueran unos clics de Playmobil, muñecos de Pressing Catch, coches de miniatura (eran mi pasión), excavadoras de juguete o un gigantesco paquete de gominolas. Nunca olvidaré la niñez por motivos como ese, pero no me refiero tanto a los aguinaldos materiales o económicos de esa tradición como al hecho de que era una velada ilusionante en familia. Como me gustaba estar con mis padres y mi hermano aguardando la llegada de los tres señores que viajaban en camello con la ilusión de un chuiquitín con zapatos nuevos, comiendo las sobras del turrón navideños y peladillas de colores. El desgraciado de mi primo Javier me desveló la verdadera autoría de esos presentes con el tiempo, cuando yo debía de contar con unos siete u ocho años. No olvidaré oír de su boca aquello de 'tan mayor y tan tonto, son los padres, bobalicón', madre mía, si le cogiera ahora le daba dos guantazos con la mano abierta que le hacían las orejas palmas, que rabia me dio, pero bueno, esa es otra historia y una vez más me vuelvo a salir del guión, pues lo que quiero con este texto es hacer una introducción a los vínculos familiares a través de las tradiciones y la importancia de la inocencia, por eso he elegido un disco que está dedicado a las criaturas. A ellas les pertenece este día y de rebote a nosotros, porque es maravilloso, ni que sea por unas horas volver a sentirse un niño.

Por eso he escogido este álbum en mi afán de conectar la música con lo cotidiano. Elizabeth Mitchell, otrora voz de la banda slowcore Ida, sacó esta delicia enfocada a los más pequeños y este es un buen motivo para ponerlo por estos lares en esta ocasión especial. Al igual que hacen en la actualidad artistas como Kimya Dawson o esporádicamente Jason Ringerberg, la de New York City (New York), se desmarcó del manual de estilo de su banda madre al comenzar su carrera en solitario, apostando por un folk meloso y accesible apta para cualquier tipo de paladar. Su trayectoria está avalada por tres álbumes de estudio que se han publicado desde la más humilde discreción, al igual que pasaba con su grupo, que contaba con un buen número de seguidores en la sombra, haciendo que eso fuera un baluarte para crear buenas composiciones sin presión alguna y con una autenticidad pasional encomiable.

'You are my flower' fue su debut en formato largo y para él contó con la participación de su marido (con el cual coincidió en su etapa al frente de Ida) y su joven hija, dando un tono muy cálido al repertorio. Doce piezas de una sencillez encantadora componen esta obra. Recién cumplidos los treinta años de edad, tras la desolución definitiva del proyecto que le dio más cancha como cantante y en plena madurez artística sumada a su ya plena maternidad, esta ex-estudiante de la prestigiosa universidad de Brown, empezó a alternar una vida más tranquila respecto a su dedicación musical, con su trabajo como maestra en la escuela Roosevelt Island Day Nursery de su ciudad natal y fue allí donde caviló una nueva forma de seguir con su afición favorita, creando canciones dóciles alejadas de su anterior legado. Con la idea fresca en la cabeza, contactó con su amigo Warren DeFever (miembro de los estupendos His Name Is Alive) y se puso manos a la obra en el estudio de grabación de éste, para dar sustancia a estas bonitas canciones.

Al final quedó una preciosa colección de piezas sencillas, honestas y agradables para el oído, que apenas superan los dos minutos y medio de duración por barba, comenzando por la ternura acústica pseudo-country de "This little light of mind", donde destaca su voz sobremanera y los frágiles coros de su pareja sentimental,  la más animada "You are my flower", original de The Carter Family, cuyo título homónimo es un piropo dedicado a su pequeña, una canción chispeante y cargada de emoción folk, "John the rabbit", graciosa y divertida, imposible de imaginar cantada por una legión de alumnos de primaria, "1 day, 2 days, 3 days old", relectura del clásico compuesto por Woody Guthrie, muy bien adapatada a su ideario, "Freight train", cálida y fugaz versión de un viejo corte de Elizabeth Cotten, una de las mejores artistas soul afroamericanas de cuantas todavía permanecen en un injusto anónimato, que cuenta con una conversación amena a mitad, bajo una capa de seda pop, "Little sack of sugar", de estribillo pegadizo e infantil, una pista que en su texto también lleva la firma del genio de Okemah (Oklahoma), "Jingle bells", re-interpretación del ilsutre villancico de James Lord Pierpont editado en a mediados del siglo XIX, "Lovers Lane", ralentizado bluegrass de alma conciliadora, "Sylvie", melancólica y nostálgica tonada de tranquila ejecución a dos voces perfectamente complementadas, y "Pony boy", despedida brillante con un sonido excelente, pues cada nota penetra en el interior dejando un equilibrio emocional acorazado.

Elizabeth Mitchell, que en sus años de carrera musical ha colaborado con gente tan dispar como Ziggy Marley, Levon Helm, Lisa Loeb, Dan Zanes, Jon Langford de Mekons y Ella Jenkins, cumplió así su deseo de hacer algo nuevo y tanto para esta referencia como para las siguientes contó con la ayuda de su esposo Daniel Littleton, (al que también podemos encontrar en las filas de Choke, Mountain Ocean Sun, Hated, Liquorice, Nanang Tatang, Slack y Desmond Outcast And The Transplanted Heroes) su suegro o cuñado (no lo tengo del todo claro) Michael Littleton, y el antes mecionado Warren DeFever.

2 comentarios:

  1. Tiempos de inociencia master , ahora sin embargo los niños te tienen que explicar hasta como se pone la lavadora y se configura la tele manda webs.
    Yo y mis 4 hermanas les dejábamos reyes magos hechos con royos de papel higiénico vacíos y decorados. Por la mañana los encóntrábamos llenos de peladillas. Como éramos bastante pobres (y no me da verguenza decirlo) teníamos unos regalos bastante sencillos , pero no veas como los disfrutábamnos. El reegalo que mejor recuerdo fue un Geyperman con una radio que me regalaron y un camión de los clics , eso y bolsas de soldaditos (era un enfermo de los soldaditos) tenía hasta una ciudad imaginaria confeccionada en casa: La mesa de 2 toneladas forrada de fórmica brillante del comedor era el edificio oficial o que se yo jejeje

    ResponderEliminar
  2. Muchas veces me pasa que dejas un comentario y haces que el post tengo mucho sentido, que sea como un complemento idóneo para él, y hasta me dan ganas de adjuntarlo al final del texto de la entrada :D
    Que cantidad de recuerdos que me ha faltado plasmar por mi manía de que no querer dar la paliza, me has traído a la memoria. Las peladillas, los inventos MacGyver para hacer manualidades por falta de medios económicos (ya sabes que tampoco ha habido mucho dinero en mi casa nunca, de hecho he compartido habitación con mi hermano toda la vida), los Geyperman y similares (recuerdas los Argam Boys?), pero jo tio!! las bolsas de soldaditos!!!!!! no te puedes hacer idea de las imágenes que me has hecho recrear en mi mente! era un adicto cuando era crío! y también me hice una ciudad!!!! jajajaja, que tremenda coincidencia, macho! mi casa era curte de cojones, pero tenía un montón de inquilinos, tanques y camioncillos, que bueno! los compraba en una papeleria que tenía al doblar la esquina, así que imagínate, en cuanto replegaba cuatro duros, a por una bolsica que iba, jeje.
    No es por ser cascarrabias, pero como evoluciona todo, supongo que es necesario, y no digo que sea malo, pero no cambio las cónsolas de la chavalería actual por esas pequeñas joyas nuestras :D

    En fin, que me extiendo a lo bestia. Muchas gracias por sacarme una sonrisa nostálgica de oreja a oreja.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar