PLANTS AND ANIMALS

LA LA LAND (2010)

'Oh, Canadá, nuestro hogar y país natal, verdadero amor patrio en todos tus hijos mande. Con corazones ardientes te vemos alzarte. El verdadero Norte, fuerte y libre, de lejos y de todas partes, oh, Canadá, estamos en guardia por ti. Dios mantenga nuestro país glorioso y libre...', así reza en parte de su breve letra, el himno patrio de esa lejana tierra norteaméricana y que queréis que os diga, dan ganas de nacionalizarse canadiense con ese himno tan épico y entusiasta, con esa preciosidad de paisajes, con ese carácter de sus gentes que tiene tanta fama de conciliador y campechano, pero sobretodo por el orgullo que tienen que sentir por tener tan buenas bandas musicales. Creo que me gustan todas las que he tenido suerte de escuchar, todas son buenas, es increíble. Ya, ya, sé que también tendrán sus ovejas negras, pero tienen tantas que me resultan asombrosas que no tengo mínima conciencia de lo mal ni me interesa, es más creo que solo por saber que proviene de allí algo, soy incapaz de vilipendiarlo (ni de Avril Lavigne o Celine Dion, diría nada negativo e incluso hay algún tema del primer disco de Nelly Furtado que me gusta, no lo puedo negar). Podrían sobrevivir mis oídos con las discografías de Arcade Fire, Wolf Parade, Stars, Broken Social Scene, Apostle Of Hustle, Feist, Tokyo Police Club, The New Pornographers, Do Make Say Think, Sandbox, Godspeed You! Black Emperor, Sloan...a cual mejor, y hoy me apetece gozar toda la tarde de otra gran formación con dicho origen.

Lloviendo a cántaros he venido de la calle hace un rato, cubierto por un paraguas escacharrado al que se le doblan un poco las varillas con el aire, y aunque no me he calado hasta los huesos gracias a ello, he tenido la desgracia de elegir mal calzado, porque me he puesto unas viejas zapatillas que en su día me costaron cuatro duros y que tienen la suela agujereada, con lo cual me iba entrando agua a cada paso, pero para más inri, también tienen un boquete a la altura del dedo gordo del pie, y si a ello le sumamos que casualmente se me ha hecho un tomate en el calcetín a mitad de camino, pues se daban todos los ingredientes para que el trayecto hasta mi humilde morada fuera insufrible, pero nada más lejos de la realidad. Como ya se sabe que en Abril aguas mil me he mentalizado de que al mal tiempo buena cara y para ayudar a combatir lo primero y cumplir con lo segundo me he cargado este genial disco de Plants And Animals en el mp3, conviertiéndose en un eficaz antídoto, doy fe, pues al llegar a casa me he mirado en el espejo y he visto una satisfecha cara de merluzo sonriendo como si reluciera un solo brillante lleno de energía, como si estuviéramos en pleno verano y la hierba fresca me hubiera hecho cosquillas en los talones durante todo el recorrido. Que buena sensación, que proeza es que la imaginación se alíe con el sonido y te ayuden a transportarte a una dimensión amable que no tenga que ver con el momento real.

De algún modo a ese nivel te llevan las once canciones de este trío afincado en Montreal (Québec), en cada una de sus referencias, pero especialmente en esta, titulada 'La la land', penúltima y quinta en su haber (aunque segunda en formato largo) en la que tocaron un techo compositivo que se estiró con la continuación editada el pasado año, 'The end of that'. Plantas y Animales, nombre idóneo para ese universo bucólico que crean en esas piezas de folk asilvestrado y pastoral, con reminiscencias psicodélicas y tendencia indie-rock. Sonido fresco, de aroma cautivador e influencias explícitas que van de su paisano Neil Young a Built To Spill y otras no tan claras pero presentes no obstante como Jeff Buckley (la voz tiene un regstro similar, salvando mucho las distancias, por eso) o My Morning Jacket.

Un trabajo sobresaliente en el que destacan canciones tan poderosas como "Tom Cruz", fabuloso inicio recordando al ex-líder de Buffalo Springfield, con unas guitarras férreas, atropelladas en cierto modo, y es que ahí radica su encanto en la imperfección, "Swimming bells", más alucinada y tradicional con unos coros preciosos y un poco de cercanía con el ideario de Band Of Horses, destacando la parte final con ese solo extraño que me trae a la memoria al Andrew Bird, tal vez por la melodía silbada, pero también a The Shivers por ese solo apagado que sin embargo brilla honestamente, "American idol", una locura envuelta en saxos juguetones y parafernalia soul, con una pincelada del pop lisérgico de Denim, "Undone melody", una gema que no queda limitada en sus propios muros, con esos violines que no precisan de cerrar sus ojos y dejan fluir el sonido sin miedo al dolor y es ahí cuando la voz, que de vez en cuando es titubeante, tiene sentido porque no sabes cómo será en el próximo minuto, y así se vuelve una herramienta para que la vida auditiva sea más que una aventura, tal vez sea está la mejor pieza del álbum, pero es difícil adjudicarle esa condición cuando oímos el resto del lote, "Kon tiki", con una base rítmica que por momentos parece calcada a la del "Seerenade" de Steve Miller Band, pero con un trasfondo blues alegre, "Game shows", muy afín a las primeras creaciones de Delta Spirit o las últimas de los británicos Gomez cuando las interpreta Ben Ottewell, bajando las pulsaciones y evocando una belleza inúsitada, paréntesis para el sentimentalismo, "The mama papa", veloz, vertiginosa, como si Devo o Ian Dury se aliaran con la montaña rusa que es a veces el rock actual, "Fake it", con la voz asustadiza emulando a Frank Zappa en sus viajes más eléctricos, un tema divertido que de igual forma puede recordar a la cara más gótica y dramática de Arcade Fire, pero mezclado con la teatralidad de unos Queen repasando 'Innuendo' en su parte intermedia o como si a Bell Orchestre le añadiéramos voces o a Dead Man's Bones le sustituyéramos los coros infantiles por adultos y suma y sigue con las tres que completan el minutaje.

Plants And Animals lo forman Warren Spicer, Nicolas Basque y Matthew Woodley.