miércoles, 17 de abril de 2013

RED STARS THEORY

LIFE IN A BUBBLE CAN BE BEAUTIFUL (1999)

A mediodía me he comido un estofado de carne de ternera con patatas que no se lo saltaba un torero, he disfrutado como un enano porque soy muy tripero y confieso que he redondeado la faena con unas fresas con nata de postre, pero claro, como cada obra que viola los pecados capitales (este sería 'gula'), tiene impuesto su castigo, he pagado las consecuencias con un empacho de padre y muy señor mío acabando con mis huesos en la cama para reposar y hacer la digestión en busca de una recuperación que ansiaba en ese momento para poder continuar gozando del día. Para más inri, como soy un destalentado, he dado el primer bocado nada más entrar por mis ojos tan suculento manjar, sin dar tiempo a que se enfriara, pegándome un quemazo en la punta de la lengua de agárrate y no te menees, con alarido cavernícola añadido. Se ha tenido que oír el grito hasta en el ático de mi bloque, pero eso no ha evitado que haya engullido la comida como si tuviera más hambre que el perro del afilador, aquel que se comía las chispas para tener la sensación de que comía caliente. Pero bueno, que me salgo del guión...explico esta historia para deciros que en cuanto me he acostado en busca de la calma y el descanso, he puesto de fondo, tras buscar un poco en mi disco duro externo, este adorable álbum de esta exquisita banda de Seattle (Washington), que expone perfectamente el tipo de sonido que buscaba. Post-rock pero del reposado, del que no tiene explosiones de potencia, y las suple con paisajes de belleza delicada. Necesitaba algo así, para lograr una relajación completa y era la mejor opción, sin duda.

Por esa razón me ha venido de gusto compartir mi admiración por 'Life in a bubble can be beautiful', el segundo y último de los álbumes largos de Red Stars Theory, un quinteto excepcional que tuvo una trayectoria efímero y que en su día fue el vehículo del batería de Modest Mouse, para llevar a cabo su propio gusto sonoro. Poco recorrido, poca siembra, pero buenos mimbres, eso define bien la carrera de esta gente. Su  propuesta combinaba elementos clásicos con guitarras cristalinas y enérgicas dependiendo del momento, seduciendo entre el indie-rock instrumental y el post-punk más pulido que auna ciertas influencias ajenas como el jazz, a pesar de que no sea un género que podamos distinguir en su ideario de una forma descarada, aunque en su momento se atrevieran a incluir una versión del majestuoso "Giant steps" de John Coltrane en uno de sus 7". La dedicación a sus bandas madre (todo sus miembros provenían de otras formaciones que estaban activas por aquel entonces) hizo que su trayectoria fuera inconstante, pero en esos cinco años de vida, crearon un buen puñado de canciones dignas para ser recordaros con aprecio. Un Ep homónimo, el noble debut 'But sleep came slowly' fueron sus primeras referencias bajo el amparo de Sub Pop Records, el prestigioso sello de su ciudad que dio cobijo a Nirvana y la plana mayor del movimiento grunge, pero su cumbre llegaría con el siguiente paso.

Ya echadas las redes del sello Touch & Go sobre sus huestes, publicaron este excelente  trabajo que a la postre significaría el fin de su periplo. Con un ojo puesto en la esencia de Built To Spill y la ralentización idílica de grupos como Windsor For The Derby, Tristeza o Explosions In The Sky, la sonoridad de Red Stars Theory, es bastante personal o cuanto menos interesante dentro de su campo de acción meditado. Sirve de ejemplo perfecto lo que aquí nos encontramos, una exposición coherente que mostraba una mayúscula madurez con respecto a su obra anterior.

Es este un tratado que fusiona rock psicodélico, pop de cámara y alt-country, una colección de piezas tranquilas, introspectivas y con un claro tapiz instrumental. Elaboraban sus canciones libremente sobre una temática cotidiana confiando más en la atmósfera y las emociones que en una dinámica estructural, dando importancia al sentimiento en detrimento de estribillos pegadizos. Canciones que no perforaban, sino que deambulaban en el ambiente, sintiéndose cómodas, adaptadas a ese aura flotante, pero no metafóricamente fotográficas, sino como documentales autobiográficos. Melodías idílicas, conciliadoras si cabe, primorosas en su faceta compositiva porque las partes exentas de voz,  ideadas para prolongarse con la intención de perdurar en el tiempo, en la frontera entre lo caótico y lo cacofónico, sin perder el sentido de lo planificado.

Con ese eficaz método brilla sobremanera una belleza y una ternura sublimes manifestadas en cortes tan profundos como "How did this room get so white", apertura celestial donde destaca la sección de cuerda, francamente preciosa como sucede cada vez que aparece inmersa en arrebatos de potencia al más puro estilo The Dirty Three, un resorte mágico de prósperas líneas de guitarra, "Combinations and complications", acordes de distorsión desacomplejada, en cierta manera cercanos al rock sinfónico espectral, donde la voz es un detalle menor en la sonata minimalista alejando la sombra de la monótona fantasmagoria, "Parts per million", entrando en acción las programaciones y la mística oscura, un tema abrumador que comienza como una versión folk de los primeros Pink Floyd y luego se desvanece entre nubes de reverbs y glissandos recostados en ritmos shoegazing, "Boring ghosts", otro tour de force, no menos arraigado en los estados de trance e hipnosis, aunque en este caso los ruidos percusivos se ciñen a lo establecido y el compás adquiere un tono comatoso de marcha fúnebre muy afín al slowcore, "A sailor's warning", con alma de balada impresionistas e introspectiva, un cruce entre Tim Buckley y Codeine del que salen bien parados, fascinando con ese fondo de lujo y esa dulce voz femenina, "September", que sigue en esa onda, como si fuera una continuación lógica pero inesperada cambiando el registro vocal por uno masculino, dando otra perspectiva de la melancolía en los ojos de otro corazón roto, y "An alarm goes off", un final reiterativo que causa adicción y evoca mil y un pensamientos, si como el resto del álbum , ha sido disfrutado en el confort de la reflexión nostálgica.

James Bertram (antes en Lync, 764-Heroes, y bajista en ruta de Built To Spill, en los inicios de estos), Jeremiah Green (batería de Modest Mouse, como he comentado al principio), Lois Maffeo, Jason Talley, Seth Warren, Sarah May Cates y Tony Palmassan, fueron los protagonistas de esta efímera historia.


2 comentarios:

  1. Tiene cosas interesantes y debo confesarte que me ha costado un tanto escucharlo :S pues como bien dices son muy personales. Espero que con las escuchas vaya asimilando su talento.

    :O... mua!

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  2. Es que pasa mucho con este estilo de música y otros géneros similares. El post-rock, el shoegaze, el math rock..esos estilos que sé que te cuestan un poco, con mucha lógica porque no son nada fáciles. Tal vez se ha de meter uno mucho dentro de ellos, por ser demasiado elaborados, atmosféricos, inaccesibles en el sentido melódico muchas veces, aunque también hay grupos de ese plan que consiguen sonar digeribles pero se exceden, acabando por ser muy melosos y cristalinos...total, que no hay término medio.
    Te recomiendo, mi tesorín, que les des tiempo y elijas un día lluvioso para prestarles plena atención. Quizá te suene estúpido lo que acabo de decir, jajaja, pero en ocasiones como mejor se disfruta un álbum es relacionando el ánimo del contenido con un clima de relajación venidero.
    Te como!

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