sábado, 25 de enero de 2014

GARDENS & VILLA


GARDENS & VILLA  (2011)

Hay músicas que parecen diseñadas o más bien creadas, que lo primero que he dicho suena feo y puede llevar al equívoco, para según que momentos. Creo que en la actualidad tenemos la fortuna de poder recurrir a cualquier disco desde la sana intención de querer disfrutar de él, pensando en que puede ser la banda sonora apropiada para la acción que estemos desarrollando o el instante que estemos viviendo. No sale uno de su asombro al pensar en la cantidad de propuestas de distintos tipos que existen y la verdad es que por mucho que digan los puristas, esta manera de comunicarse artísticamente está en constante evolución aunque sea partiendo de ideas inventadas mucho más atrás en el tiempo, crece a pasos agigantados brindando tanto las mismas emociones que antaño como nuevas vías de transmisión sensitiva y proporciona un interés que hace que muchos lo tomemos como nuestra mayor afición. Desde mi humilde punto de vista, a pesar de que cada vez resulta más difícil abarcar todo porque no paran de surgir cosas nuevas, hay una enorme cantidad de grupos que aportan muchísimo y no necesariamente desde la popularidad, incluso diría que al contrario, lo hacen desde un discreto segundo plano revitalizante gracias a la beneficiosa virtud de crear sin presión alguna. Miles de formaciones de una punta a otra del mundo, exploran infinitos terrenos en sus propuestas para beneplácito del consumidor y todo ello permite que tengas un campo de elección majestuoso a la hora de escoger que queremos tener de fondo en cada experiencia vivida.

Buena muestra de ello la dan estos muchachos de Santa Barbara (California), que a mi personalmente me inspiran nocturnidad en el sentido más seductor de la palabra. Siempre me apetece apreciar su discurso cuando ha caído la noche y si puede ser me gusta que suenen sus canciones mientras camino por las calles desiertas de mi barrio o viajando en coche hacía algún lugar lejano, de hecho es así como recuerdo cada una de las audiciones que he dedicado a este fabuloso debut titulado de forma homónima que dentro de muy poco tendrá su correspondiente continuación, la cual ya tengo en mis dominios y puedo garantizar que sigue con fidelidad la estela marcada desde estos recientes inicios. Sin embargo, la segunda toma de contacto con sus deberes contractuales a cumplir con el excelente sello Secretly Canadian, se estiró durante un mes de trabajo tenaz en un almacén convertido en estudio de grabación, aguantando el crudo invierno del Medio Oeste, un paisaje exterior disociativo para Gardens & Villa, cuyos miembros están más acostumbrados a las cálidas brisas y las olas de su tierra natal.

El entorno ayudó a superar problemas en el seno de la banda, aliviarles el estrés, la tristeza y la ansiedad que arrastraban en esos días, emociones negativas que se evaporaron con el aire frío de los frondosos bosques de Michigan donde se concibió finalmente el álbum. Pero nada más lejos de mi pretensión, destripar su nuevo álbum, solo quiero explicar esto porque de algún modo, en base a lo que cuento respecto al oyente, es bueno saber que para los artistas también influye como se encuentren interiormente a la hora afrontar la entrega de nuevo material. Si en su nuevo plástico la situación en sí no podría haber sido más ideal para la creatividad desenfrenada, puesto que el hecho de encontrarse en casa  ajena les llevó a concentrarse en lograr una obra más depurada, recurriendo al dotado productor Tim Goldsworthy, conocido por sacar máximo rendimiento a gente como Hercules & Love Affair (proyecto en el que anduvo metido Antony Hegarty de Antony & The Johnsons) y los australianos Cut Copy, y que en esta ocasión tuvo vía libre para encauzar el mensaje de estos chicos en la dirección apropiada, en su primer asalto la cosa fue por un trayecto alterno.

Su debut tenía la frescura adecuada, mezcla un cierto tono oscuro muy atractivo que por momentos recuerda a los olvidados Boedekka con unos leves destellos funk, (muy distorsionados y encubiertos), soul (resaltados en la faceta vocal, donde destacan falsetes de mucha calidad), y devaneos tropicales (solo en contadas ocasiones se quitan los trajes de etiqueta para darse un baño en playas soleadas), que hacen justicia a su origen californiana, prolífico y variado. Estas diez canciones suponen una exploración juvenil, cruda, opulenta, lánguida y cristalina respecto al pop, pero todo en pequeñas dosis sin desperdiciar ni un ápice de nervio eléctrico, acudiendo a menudo al manual de estilo del shoegaze y el indie rock en todas sus variantes. The Subways, los Local Natives de 'Gorilla manor', sus compañeros de escudería Yeasayer o Lansing-Dreiden, pueden ser perfectamente los grupos actuales con los que se podría asociar esta propuesta musicalmente hablando, aunque también podemos mirar atrás y decir que lo que aquí podemos degustar toma unos sorbos del brit-pop de Blur (les tomo como referencia ante todo por su común interés sixtie) a través de un filtro sintetizado ancaldo en los 80's innegablemente costero y moderno. Al tiempo pueden tirar simultáneamente de Gary Numan, de The Kinks y del rock progresivo más extraño dentro de cualquiera de los temas de su repertorio.Y como un té bien dulce, que está hecho con las cucharadas correctas de azúcar, cada pequeña joya exuberante explora el maravilloso misterio entre intuición y dominio, entre tensión y reposo. La unión de todas estas fuerzas de la naturaleza sonora la comprobamos en cortes tan bellos como "Black hills", que bien podría justificar por si sola la adquisición de este disco, con esos punteos efervescentes de bajo y guitarra y ese recitado pasional que se aproxima a Glasvegas pero con algo más de empaque orgánico, "Cruise ship", como si Kasabian decidieran desempeñar un papel más accesible dentro de su condición de genios de la melodía accesible con instrumentación carnosa, una pieza que no huye del ritmo y escarba en las reminiscencias de lo bailable, "Thorn castles", que aún va mas allá que su predecesora, con un estribillo extrovertido en algún lugar entre Dexy's Midnight Runners y Dogs Die In Hot Cars, en clara fusión de pasado y presente, "Orange blossom", donde tiran de recursos electrónicos y una flauta travesera, estrambótica pero eficaz idea, "Spacetime", veloz y rica canción que de contar con una voz femenina al frente bien podría formar parte de cualquiera de los discos de bandas ajenas como CSS y Le Tigre, "Chemtrails", un diamante en bruto, slowcore de muchos quilates sobre el que planea la alargada sombra de los sensacionales Low, "Sunday morning", inmersa en la piscodelia amansada, volviendo a hacer uso de esa flauta que tan buena dinámica les brinda, y ese par de caprichos folk con los que cierran la misión, "Carrizo plain" y "Neon dove", verdaderas maravillas transmitidas desde la sencillez y la fragilidad.

El quinteto californiano formado por Chris Lynch, Adam Rasmussen, Levi Hayden, Shane McKillop y Dusty Ineman, viajó hasta el estado de Oregon para grabar esta puesta de largo contando para la ocasión con su colega y compañero de sello, Richard Swift (hoy miembro fijo de mis idolatrados The Shins), tras los mandos.


2 comentarios:

  1. Es que soy tu fan, amor. Es tan bonito que te acuerdes de las bandas que te llegó a recomendar ya sabes, eres mi memoria y me encantas. Me alegra que te haya gustado e este disco al igual que a mí te mando 1 millón de abrazos

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  2. Pues tú eres mi ídolo, por ser tan linda, tan bonita y tan buena conmigo.
    Me acuerdo de todas y cada una de las bandas que me has ido pasando desde que nos conocemos y mira que son cientas en número.
    Estos Gardens & Villa en concreto, los acogí con gusto pasado un tiempo, no tanto en el momento en que me los compartiste. Me encantan. Tienen una sonoridad muy genuina y el nuevo disco es muy disfrutable también, sobretodo (ya sabes) la priemra canción que me parece de las mejores de este primer mes de año.
    Te mando un trillón de arrumacos y caricias.

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