viernes, 11 de julio de 2014

CATFISH HAVEN

TELL ME (2006)

Once días en el pueblo, de pastoral, bucólica y rural limpieza interior, me han venido de fábula para volver a la ciudad con distinta energía, con aires renovados y con una calma que necesitaba. Llevo tan solo dos días aquí, pero me siento como mas, no sé, uhmn... despejado, esa sería la palabra adecuada. Hacía tantos meses que no pisaba mis añorados terrenos que me ha sentado de maravilla ese corto período de vuelta a los orígenes, y aunque fui en una fecha que coincidía con las vacaciones de gran parte de mis amigos de allí, no me supo mal en absoluto porque así aproveché el tiempo para dedicar tiempo a visitar el monte, los campos y los bosques de alrededor, hacer algunas tareas en el jardín de la casa familiar y arreglar algunas cosas que estaban estropeadas, aunque como no, también para echar el rato con algunos de mis pasatiempos favoritos habituales, que muchos de los que seguís este blog, ya conocéis de sobra... cine y música, claro. Por las noches veía un episodio de una serie que está en boca de todos estos días y de la que hablaré en un próximo post ya que su canción de cabecera la interpreta un grupo de mi agrado, y por las tardes me iba a pasear para abrir pulmones, con el olor a tierra mojada en los días de tempestad. Con ello conseguía trasladarme a ese ambiente silvestre que también reinaba en los escenarios de esa 'True detective' de la que os hablo. Y es que tal vez los parajes de Lousiana no sean tan lejanos en imagen a los que descubre uno perdiéndose a orillas del río Jalón y si además se va escuchando sonidos de raíz americana, pues la estampa se hace todavía más vivaz.

Eso me pasaba a mi cuando seleccionaba a conciencia discos para echar a andar por esos caminos perdidos de la mano de Dios. En una de estas incursiones por la frondosidad del paisaje, llevaba puesto este formidable debut de la banda de Chicago (Illinois), Catfish Haven, a los cuales el periodista de Onion Av, Kyle Ryan describió muy acertadamente como una mezcla de Creedence Clearwater Revival y Nirvana. Su mezcla de rock, distorsión, soul, punk-rock pulido y country-folk, resultó idónea para caminar plácidamente y de paso hacerme recordar la grandeza de la humildad en los artistas, puesto que considero que estos tres majetes, podrían haber sido tan grandes como The Black Keys, por ejemplo, pero como siempre se han movido por el underground sin apenas interés en mostrar al mundo su propuesta, pues ahí están en ese impasse en el que debido a la poca información que existe sobre ellos, uno no sabe ni si siguen en activo (su último plástico, 'Devastator', se publicó hace seis años ya), todo porque no buscaron éxito, solo disfrutar del Don de crear simples y bonitas canciones.

Esta primer paso en formato de larga duración, fue defendido por ellos en esa misma línea de honestidad y discreción sin alarde como un Ep con algunas piezas extra, restando importancia al ansía que había por escuchar material extenso con su firma, ya que se generó un gran entusiasmo alrededor debido a la buena aceptación que tuvo su primera referencia, el extended play 'Please come back', que dejaba buenas sensaciones para su progreso y que ya contenía alguna de las pistas que podemos encontrar en este magnifico 'Tell me'. Un trabajo sobrio, contundente, que recicla sabiamente parámetros musicales en los que abunda el soul y el blues de las décadas de los 40's y 50's, pero dotándolo de un sonido crudo y áspero, aunque no por ello menos adictivo, algo que es cierto sentido es lógico por ser una marca implícita en el catálogo de su sello discográfico, el estupendo Secretly Canadian, auténtica garantía de calidad. Un álbum corto de diez temas con una inmediatez y una frescura que las desmarca por completo del adocenado modus operandi actual de la música independiente que parte de la añeja tradición estadounidense, pero sin huir de los claroscuros de un estilo nocturno como el suyo, que hace que el repertorio conjugue por igual melodía e intensidad, calor y hielo, pegando por alto y por bajo, como los púgiles más dotados.

Muy disfrutable es cada una de las pequeñas delicias que alumbran esta obra, coreable en clave lo-fi con un ligero sabor vintage, empezando por esa verdadera gominola llamada "I don't worry", con cuyo título parece querer adquirir condición de premonitoria porque parece que invite a dejarse llevar por su ritmo y alma guerrera que incita al desmelene y el traqueteo desenfrenado, reuniendo coros gamberros, la voz desgarrada de su cantante rindiendo a todo lo que da, y un certero compás de batería que se acelera en su parte final para emular el despiporre de unos The Blues Brothers de concierto universitario. Luego llega el turno de la homónima "Tell me", muy probablemente su mejor composición hasta la fecha, y encarrilan la faena ganándose al oyente. Un corte que enamora, goloso, animado, con sentimiento, con mucho gancho, de esos que atrapan de primeras, haciendo ágape de todos sus ingredientes bien aliñados, y a partir de ahí toda va viento en popa a toda vela, venciendo y convenciendo con perlas como "Crazy for leaving", seductora en su timidez, festiva en su exposición, muy Motown en esencia, fácil de imaginar en un escenario fílmico animando una secuencia de ternura cómica protagonizada por un antihéroe cotidiano, "All i need is you", excitante, muy próxima a las intenciones de los Kings Of Leon de los comienzos, "Down by your fire", un blues melancólico en instrumentación y un soul en su faceta vocal, reluciendo sobremanera la garganta de su alma mater al micrófono, con un minimal sección de viento y un coro de apoyo, francamente exquisito, "Another light night", cambio de tercio para sonar garageros sin llegar a la demencia ni perder el norte, rápido y fugaz como unos The Jon Spencer Blues Explosion bajados de revoluciones y rabia, "If i was right", una de mis predilectas del lote, con un inicio que envidiarían The Strokes actuales, dulce y conmovedora, una preciosidad, "Let it go (go to grow)", que saca toda su pericia rockera con una producción robusta enlatada con la presencia, una vez más, de los metales, y "This time", despedida comatosa que se agradece aguantar en el paladar a la hora de la reflexión final que haremos tras la escucha general. Rico y con fundamento como diría el cocinero televisivo de los chistes malos.

Catfish Haven, que deben su nombre al parque de caravanas donde residió su vocalista George Hunter durante su infancia en el estado de Missouri, son además del susodicho, Miguel Castillo y Ryan Farnham.



4 comentarios:

  1. Soy tu fan!! me ha gustado montones la entrada! pero hay algo que me ha hecho sentir ganadora:

    Sé quien es ese cocinero!!!!!!!!!!!! jajjaaja mua! i love you :D

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  2. Tú eres mi heronína y musa, bien lo sabes, que te idolatro mi superdotada! si es que todo lo haces de maravilla, genio! ayy que cosita tan rica tengo en casa :D

    Sabía que no me era necesario poner el nombre de ese chef para que lo identificaras rápidamente, sobretodo si hacía referencia a lo de los chistes horribles que cuenta, jajaja.

    Besosmil mi preciosa, te adoro!

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  3. Una prosa sobria y excelente. Muy agradable leerlo, la verdad. A ver el grupo.

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  4. Gracias Burrino il grande, por echar ese piropazo a mi pobre escritura, y mis historietas cotidianas, es todo un halago inmerecido, quizá, pero me hace sonreír ver que no aburren.

    El grupo está muy bien, aunque son un poco pasotas y apenas sacan discos ni se buscan las abichuelas mas allá de su zona residencial por lo que tengo entendido. Tal vez en eso radique su encanto. Tienen un par de Lp's, pero este me gusta mas que el otro, bastante más.

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