sábado, 2 de mayo de 2015

ARCTIC MONKEYS

WHATEVER PEOPLE SAY I AM, THAT'S WHAT I'M NOT (2006)

Cuesta creer a veces que seamos tan obcecados como para desconfiar de la calidad de un disco en torno a la popularidad que alcanza en su momento y que años después descubramos ruborizados que nos perdimos algo grande, aunque en realidad creo que no es tan perjudicial, puesto que en perspectiva y sin influencias mediáticas de por medio, es posible que la opinión que nos creamos sea más sincera que cuando la obra en cuestión está inmersa en la desproporcionada promoción de su lanzamiento por razones meramente comerciales. Me pasó con el primer trabajo de este cuarteto británico, el cual desprecié de manera un tanto estúpida pensando que era una exageración que se le pusiera por las nubes vendiéndolo el personal como el álbum de la década, en una etapa en la que cualquier cosa que nos llegaba triunfal desde el Reino Unido o todo grupo que optara por un revival rockero desde los Estados Unidos, era acogido aquí con un fervor inusitado. Vamos, que tras la exitosa irrupción de formaciones como The Strokes, Franz Ferdinand, The Vines (aunque estos tenían sede en Australia), The White Stripes e Interpol, entre otros, parecía que solo había cabida para este tipo de sonido, capitaneado por guitarras enérgicas pero de ejecución desgarbada. Con esos prejuicios, en la audición inicial de este debut me dejé llevar por un instinto distorsionado de concluir que algo que se intenta alabar porque si, no puede ser para tanto. Craso error.

No voy a decir que lo que hicieron estos muchachos de Sheffield (Inglaterra), fuera memorable, pero pasados los años y escuchadas sus trece canciones en la actualidad, se puede decir que crearon un artefacto excepcional que se puede reconocer como una de las óperas primas más impactantes de lo que llevamos de siglo. No me convenció de primeras, cierto, pero ahora me lo llevo al oído y le aprecio un desenfado y una potencia de la que carecen la mayoría de trasnochados que pueblan las listas de lo más granado del indie-rock a nivel mundial. Fue un fenómeno de masas quizá desproporcionado, y de hecho el material que han ido publicando desde entonces, para algunos es tan loable o más que lo mostrado aquí, pero indudablemente había mimbres suficientes para tener cuanto menos una atención mayúscula. Post-punk trotón de ventanas abiertas a la luz, en la onda de lo que también hacían en aquel momento Kaiser Chiefs, The Bravery y Bloc Party, pero con una intensidad mayor, crujiendo las cuerdas en pos de una distorsión chirriante, una sonoridad anárquica pero medida al milímetro, y unos ritmos de batería sencillamente alucinantes, aderezado todo ello con un tono vocal muy particular, que al escupir las letras de su ideario parecía destilar una atroz rabia generacional contra lo establecido.

Esta aventura iniciada por dos vecinos que estrenaban instrumentos que sus familias les habían regalado por Navidad, y que al ver que la cosa funcionaba formaron un combo con compañeros de instituto de uno de ellos cuando tan solo tenían quince años, saboreó las mieles del éxito en un corto intervalo para entrar a grabar este afamado plástico recién cumplidos los veinte. Ni ellos mismos en sus mejores sueños, imaginaban que la cosa iba a cuajar de tal manera, pero una vez metidos en harina supieron coger el toro por los cuernos, dejar atrás su inocente timidez y afrontarlo con naturalidad. Unos pocos directos en su ciudad en los que regalaban grabaciones caseras de sus temas, y el boca a oreja e internet hicieron el resto. En cuatro días se habían convertido sin pretenderlo en la nueva sensación musical para publicaciones tan célebres como New Musical Express, y se les reclutó para formar parte de festivales tan prestigiosos como los de Reading y Leeds, donde se reunió una multitud de periodistas atraídos por su discurso y una legión de seguidores que cantaron a pulmón cada una de sus piezas. Sin embargo fueron cautos y fieles a su identidad, rechazando firmar por una discográfica hasta meditar donde se respetaría completamente su modo de crear.

Domino Records fue la afortunada y no pudieron hacer mejor elección, pues el conocido sello independiente que cuenta en sus filas con gente como Sebadoh, Franz Ferdinand, Tricky, Hot Chip, The Kills y The Pastels, respetó sus condiciones. Lo que después vino, ya se conoce. Una escalada rápida hasta erigirse en el grupo que ostenta el record de más copias vendidas en una sola semana en cuanto a discos debut se refiere (más de trescientas sesenta mil solo en Gran Bretaña) y su nombre en lo más alto a posteriori. Como digo al inicio de estas líneas, yo no comulgué mucho con su universo en un principio, pero desde hace unos años, de vez en cuando escucho de cabo a rabo este repertorio y me sube la adrenalina, comenzando por la garra de la inicial "The view from the afternoon", radiante con su fuerza bruta pero sin perder el gusto por la melodía y en la que al igual que en el resto del disco pulula en el ambiente las sombras de Paul Weller y Ian Dury, no tanto en lo musical como en esencia, porque si algo sorprende en este álbum es lo personal que suena, sin una fuente de inspiración clara ni puntos de partida obvios, "I bet you look on the dancefloor", con unas guitarras de claro sabor grunge y porte noventero aunque luego derivan hacía otros derroteros, un temazo crudo y directo, un cañonazo para seguir la estela de su antecesora pues todos los textos del lote tienen sentido en su orden como un concepto (supuestamente se cuenta un fin de semana juerguista con todas sus consecuencias), "Takes tales of San Francisco", que coge carrerilla con un compás templado para ir progresando sobre la marcha en una maraña ruidosa finiquitada a coro hooliganesco, "Dancing shoes", a la que debe mucho el excelente artista californiano Hanni El-Khatib, "Still take you home", deuda con el lado psychobilly de The Cramps y el surf-rock de Dick Dale, aunque sea de forma un tanto encubierta, "Riot van", su receso, su redención intimista y punta de lanza para la evolución de sus composiciones, un corte con mucho encanto que uno diría que se concebió en plena resaca dominical a juzgar por su desarrollo, "Red light indicates doors are secured", como si Madness y los de Alex Kapranos se dieran el gusto de colaborar, "Mardy bum", un medio tiempo bailable y divertido en el que la voz del amigo Turner destaca sobremanera con ese deje ronco afilado, y "When the sun goes down", quizá la pieza mas efectiva de su discografía, un auténtico trallazo en su traslado al escenario, riffs correosos, punteos saltarines y un estribillo redondo. En definitiva, un trabajo que intuyo que siempre tendrá la virtud de sonar fresco.

Alex Turner (que más tarde creó un proyecto paralelo llamado The Last Shadow Puppets y editó un delicioso disco en solitario como parte de la banda sonora de la magnífica película 'Submarine'), Andy Nicholson (que dejó la banda tras la salida al mercado de este álbum), Jamie Cook y Matt Helders, formaban entonces Arctic Monkeys. Como curiosidades decir que el título del disco surgió del film protagonizado por el gran Albert Finney 'Saturday night and sunday morning', de la que son forofos al igual que de todo el cine británico de los 60's, que la imagen de la portada corresponde a una foto tomada a Chris McClure (amigo de la banda) en un bar de Liverpool, y que Queens Of The Stone Age han sido los principales causantes de la evolución sonora del grupo en sus últimos trabajos, contando incluso con Josh Homme (líder de la formación norteaméricana) como productor.

https://www.youtube.com/playlist?list=PL769CEA2CFBBA7823

4 comentarios:

  1. Me ha encantado la introducción y no puedo estar mas completamente de acuerdo contigo. Si existe alguien que se pierde todo los buenos discos y grupos iniciales ese soy yo. Me gusta descubrir la musica a mi ritmo y asi llevarme gratas sorpresas aunque eso haga perderme muchas cosas del momento. Pero ya sabes el dicho, mas vale tarde que nunca.

    Saludos crack.

    ResponderEliminar
  2. Es que de alguna manera, y creo que estaremos de acuerdo también en esto, se saborean mejor los discos, e incluso las películas, cuando no estás coaccionado por mil opiniones, sobretodo si son positivas, porque se crean espectativas demasiado grandes. Como que si te ponen algo por las nubes y todo quisqui habla de ello, es imposible que pienses que lo que vas a oír o ver, va a ser tremendo y luego te quedes a medias.
    Como bien dices, más vale tarde que nunca y puede que valga más la pena esperar y juzgar sin presión.

    Por cierto! cambiando de tema has visto que sale a la luz un álbum de versiones de Blind Melon? bueno...no sé si es un disco en si, ya que mi inglés es una bazofia y no entendí bien lo que leí, pero Jim James de My Morning Jacket y Seth Avett de The Avett Brothers, andan preparando algo relacionado con eso y han sacado dos relecturas de los de Shannon Hoon.
    Habrá que estar atentos.

    Un abrazo, figura!

    ResponderEliminar
  3. estoy con SVS, me gusta ir al cine cuando la sala está más vacía. Excelente introducción, estás hecho el Messi de la crítica musical... Me pasó con Bon Iver, hasta que no se pasó el Hype na de na. Y con los Artic Monkeys igual, del disco me encanta Mardy Bum. Un abrazo y buen finde, que ya llega.

    ResponderEliminar
  4. Pues somos de la misma casta (que palabra tan política acabo de soltar), jeje. Como le digo a Sergio, me pasa también con las películas. He sido prudente con eso desde crío. Tardé veinte años en ver 'Los Goonies', imagínate!! :D
    Con Bon Iver me pasó algo parecido. Esperé a que pasara la tormenta de parabienes para darle cancha a 'For Emma, forever a go', sin embargo con otras cosas me ha pasado a la inversa, es decir que me los llevé al oído antes de que consiguieran un run-run salvaje, como por ejemplo 'Funeral' de Arcade Fire. Lo bueno es que me gustó ver que todo el mundo pensaba que era un disco enorme (cuestión de gustos), porque a mi me encantó de primeras.

    'Mardy bum' es como el tema elegante del disco, una joya. Esta banda es mucho más digna de lo que parecía que iba a ser en un principio y lo mejor es que siempre han ido a su aire.

    Lo de Messi ayer fue antológico aunque no sorprendente porque no era la primera vez que decidía un partido. Yo creo que no debería haber duda de que es el mejor jugador de la historia, pero como todo en la vida, es cosa de criterios.

    Buen fin de semana que ya lo tenemos encima con este retraso mío en contestar :P
    Abrazo!

    ResponderEliminar