viernes, 13 de mayo de 2016

FOOL'S GOLD

LEAVE NO TRACE (2011)

Antes de comenzar a escribir este texto, debo confesar algo que tiene relación directa con lo que estoy a punto de ensalzar. Bien, allá va...soy un absoluto negado a la hora de apreciar la calidad de sonido de un disco, de hecho soy incluso incapaz de darme cuenta de los errores de un directo cuando estoy presenciando algo en vivo y la banda falla una nota o una melodía, vamos, que en parte soy una de esas personas de las que se dice que no tienen oído, pero en mi defensa puedo aferrarme a la excusa de que admiro a todos los que son lo suficientemente agudos como para percatarse de esas cosas y que trato de escuchar sus argumentos cuando critican algo, para aprender de paso, pero aún considerando que soy un cero a la izquierda para eso, creo que cuando un álbum está pulido al máximo y es brillante en ese aspecto no me hace falta ser un experto en la materia, puesto que la clase y la profesionalidad resalta de tal manera que hasta un se hace prescindible la virtud de tener agudizado ese sentido. Tal vez los años que pasé escuchando cintas piratas que habían sido copiadas de otras no originales, me estropeó la percepción, pero el caso es que no hilo fino habitualmente hasta que topo con algo que me abruma en la primera audición. Me pasó cuando en una tienda de música me puse unos auriculares gigantes para degustar el abismal 'The raising tide' de Sunny Day Real Estate, cuando compré el abominable 'The colour and the shape' de Foo Fighters y lo puse al llegar a casa, y más recientemente cuando el irregular 'Currents' de Tame Impala, hizo crujir los cimientos de mi bloque por un despiste que tuve con el volumen del reproductor, pero si ha habido una colección de canciones que pueda poner como ejemplo de labor redonda desde los mandos, ese es el formidable 'Leave no trace' de Fool's Gold, el cual protagoniza el post de hoy.

No sé si me atrevería a decir que en este campo, este es el trabajo que más me ha impresionado, no sé si porque realmente es encomiable la tarea de masterización, mezcla y producción o porque simplemente es el aura y la esencia de los músicos. pero lo cierto es que es impresionante como todo está bien puesto en su sitio, bien medido, calculado, y sin embargo goza de una naturalidad tan refrescante que es imposible no quedarse prendado de sus diez pistas desde la primera toma de contacto con ellas. Claro está que el cancionero tiene la suficiente valía como para encandilarnos de por si, pero el hecho de que su pulcritud acaricie nuestros oídos de la manera en que lo hace consigue un efecto sorprendente que deriva en pura adicción. Desde que dí con él merced a un comentario de un tipo en el perfil de Facebook de Big Big Love, que pasó por allí para decirles que había degustado el álbum en una plataforma digital y que les había confundido con ellos por el registro vocal de su cantante (algo de similitud ahí, pero muy de retirada), que no puedo dejar de vibrar con los tres trabajos de estudio que han publicado hasta la fecha. Son excelentes aunque el que nos ocupa raya a un nivel muy superior a los otros dos, en mi humilde opinión.

Formados por el israelí Luke Top y el estadounidense Lewis Pesacov, pasaron a convertirse en una especie de colectivo por la presencia de innumerables músicos de apoyo sin puesto permanente cuando fijaron su base en Los Angeles (California), algo que originó que su ópera prima 'Fool's gold', fuera de lo más ecléctica y ya dejara clara la consigna de sus dos cerebros, empeñados en mezclar pintorescos estilos desde un telón de fondo coloreado con una base indie-pop definidamente ochentera. La música africana (especialmente la realizada en Etiopía, Eritrea, Malí y el Congo), es su mayor influencia, pero no de la misma manera que impregna los discursos de gente como Vampire Weekend, por poner un ejemplo obvio, si no más bien de un modo poco sutil pero aventurero, porque además van unos pasos más allá fusionándola con el krautrock y elementos del folclore Sefaradí y klezmer (muchos de sus textos están interpretados en hebreo). En cualquier caso su propuesta alegra la vida del más oscuro, es una bocanada de aire fresco y para un servidor sumergirse en ella tan gratificante como  pueda ser para un montañero escalar los catorce ochomiles. Puedo estar horas en bucle cantando y tarareando sus deliciosas armonías, y no solo no me canso, si no que cuero todos los males. En este segundo trabajo nos encontramos sus momentos más inspirados, ya establecidos como formación fija con cinco miembros unidos en el camino, significó su eclosión, entrando en los programas de festivales tan ilustres como Glastonbury, Leeds, Reading, Austin City Limits y ejerciendo de teloneros en la extensa gira británica que hicieron Red Hot Chilli Peppers aquel año.

La primera diferencia con su antecesor fue que el inglés pasó a ser el idioma predominante. Top explicó que el cambio se debía a que cantar en hebreo en el primer disco le había ayudado a encontrar su voz, salir de su concha y esforzarse en dejarse llevar tanto como intérprete como compositor, pero que a medida que iba escribiendo los temas de este nuevo material y la cosa cogía forma, supo que debía expresarse en su lengua materna debido a que los textos tomaron una vía mucho más personal y que eso era un factor fundamental para emitir sus emociones al oyente, pero también a sí mismo. El segundo giro venía de la mano de la antes mentada sonoridad en cuanto arreglos y limpieza en la instrumentación, pues todo suena más sobrio, más musculoso y profesional, destacando sobremanera el uso de las atmósferas y los ambientes. Todo lo demás se respeta, la identidad de la banda no sufre lo más mínimo, si acaso varía por el hecho de que apuestan por un tono más directo y accesible y no abundan tanto los vientos como antaño, pero por alguna razón se aprecia una progresión abismal, tan superior que hasta se puede decir que no han vuelto a dar con la tecla, porque su más reciente obra 'Flying lessons', aún siendo estupendísima no llega al nivel de calidad de lo mostrado aquí. La cuestión es que a mi me tiene robado el corazón por golosinas tan dulces como "The dive", ese precioso comienzo que huele a Another Sunny Day, Craft Spells, Northern Portrait y en definitiva a todo lo que bebe de The Smiths, dinamita pop a velocidad competitiva adecentada con unos juegos vocales deliciosos y guiños a la samba brasileña, "Wild window", alegre y pizpireta, con unas notas que se transforman en rayos de esperanza emulando a los mejores Dexy's Midnight Runners o mis efímeros pero añorados Dogs Die In Hot Cars, "Street clothes", rozando las formas del synthpop enfocado a la electrónica juguetona que puebla los catálogos de gran parte de las discográficas independientes de la actualidad, "Leave no trace", uno de los mejores cortes del lote, quizá por lo genial de sus guitarras y ese poso melancólica no exento sensibilidad que nos trae a la memoria a olvidados de la edad de oro del pop como The Christians o algo menos alejado en el tiempo como The Stone Roses, en su vertiente menos advenediza, "Balmy", otra de las tres puntas del iceberg que serían mis predilectas, una gigantesca pieza que irrumpe inesperadamente con una fuerza inaudita y un subidón que podría poner música a alguna de las escenas más desgarradoras de esa maravilla de película que es 'Drive', atronadora en su parte final con percusiones crujientes como el cristal fino en noche de tempestad, "Narrow sun", que recuerda a la etapa en que Paul Simon, Talking Heads y Peter Gabriel coquetearon con el continente olvidado, una bonita canción donde el saxo lleva la batuta y el estribillo incita al acompañamiento, "Tel Aviv", sin ninguna duda mi droga dentro de un álbum exquisito de principio a fin, y es que ahora mismo no se me ocurre otra canción que me estimule más (y llevo así muchos días), perfecta, incomparable, recuperando el hebreo aunque solo sea a medias gracias a algunas estrofas y dando la impresión de que la creó un talento único, y "Mammal", que si me dicen que utiliza como referencia a los crooners de la chanson francesa de los 60's no me quedará de otra que asentir con la cabeza y soltar el altanero y muy maternal 'lo sabía', pero cuyas guitarras parecen un calco de Orchestre Poly-Rythmo De Cotonou,

Fool's Gold son Luke Top (que cuenta con un par de discos en solitario firmados con su propio nombre), Lewis Pesacov, Salvador Placencia (ambos amigos desde que formaban parte de Foreign Born), Garrett Ray (percusionista de Cass McCombs, Best Coast y Sky Ferreira entre otros) y Brad Caulkins, pero también han sido parte de la familia y suelen colaborar en directo la argentina Érica García (ex-componente de Mountain Party y Lady Grave, y colaboradora habitual de gente como Cienfuegos, Café Tacvba, Ely Guerra, Brazzaville, Divididos), Amir Kenan (compañero de Pesacov y Placencia en Foreign Born), Mark Noseworthy (miembro sedentario de Edward Sharpe & The Magnetic Zeros), Jimmy Vincent, Matt Popieluch, Orpheo McCord (otrora temporal batería de The Fall) y Michael Tapper (también implicado en We Are Scientists). El nombre del grupo viene motivado por una conversación entre los dos fundadores y un viejo amigo durante al que visitaron en el Norte de California, en la que éste les comentó que había encontrado 'oro de tontos' en el océano.

https://www.youtube.com/playlist?list=PLhuv5LuNp0Ti21x2UqhXT2DXpZgWq9bq6

2 comentarios:

  1. Interesante grupo. Encuentro cercanias con Tv on the radio, pero el toque africano les da el punto de diferencia. Buen descubrimiento (otro más)para una banda a seguir. Saludos

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  2. Es uno de esos grupos finos, finos, que pulen bien su sonido y seducen de buenas a primeras. No me había parado a pensar en que podían tener cosas en común con Tv On The Radio y la verdad es que tienes mucha razón. Tu comparación me ha llevado también a cavilar en que pueden tener un aire a los sudafricanos BLK JKS, además. Si te gusta este disco no te defraudarán los otros dos que tienen.
    Un abrazo, figura!

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