WILLIAM FITZSIMMONS

UNTIL WHEN WE ARE GHOSTS (2005)

En este verano caluroso se hizo un alto en el camino en la tarde de ayer para que cayera el gran diluvio universal en la,cada vez mas desierta,ciudad de Barcelona.Empezó la mañana con sol y contaba yo las horas que me quedaban de obligaciones para poder irme a la playa a pasar el resto de la jornada,cuando el cielo comenzó a encapotarse y la claridad que había reinado hasta entonces se tornó oscuridad.Tras desistir de tumbarme tripa arriba en la arena,volví a casa para de alguna manera trasladarme mentalmente a lo disfrutables que resultan los cambios de temperatura y paisaje si solo duran unas horas y se presentan en una estación de contraste climatológico.No sé si me explico bien,los que entráis aquí de cuando en cuando,ya sabéis mi torpeza para abreviar y contar las cosas de una forma sencilla,pero lo que creo que entendéis que quiero decir,es que sienta muy bien recibir un poco de fresco entre una racha de sudores y pegajosa calor,así como en otras épocas del año,cuando se nos congelan hasta las ideas y nuestra moral va acorde a la frialdad de las imágenes,adoramos que un día luzca el sol y nuestros cuerpos recuperen la sensación de calidez por unos instantes.Pero no solo ha eso me refiero,sino también al hecho de que ese breve receso te brinda la oportunidad de hacer algo que seguro que como yo,haréis muchos en invierno y otoño,el simple y reconfortante hecho de estirarse en la cama a oír caer las gotas de fondo a un buen disco relajante de emociones gélidas,cosa que si uno hace en temporada estival,puede llegar a ser una inmersión soporífera motivada por no tener aire acondicionado con el que luchar contra el bochorno que entra en la habitación aunque tengas las ventanas abiertas de par en par.Para ese momento vivido ayer,recurrí a este magnifico artista de Pittsburgh (Pennsylvania),el cuál descubrí de la manera más tonta,puesto que hace unos años vi su imagen en un cartel que anunciaba su presencia en la ciudad para tocar en directo.Me llamó la atención esa poblada barba y esa mirada triste que me recordaron un poco al inclasificable Mr.E de mis queridos Eels,así que en un arrebato de los que siempre trato evitar que me den,compré este disco de debut a ciegas.Con cuatro discos en el mercado,este encantador hijo de padre invidentes ha alcanzado cierta repercusión en su país por la inclusión de dos de sus más inspirados temas en la banda sonora de la teleserie 'Anatomía de Grey',y destaca por su enorme capacidad para tocar multitud de instrumentos,destreza transmitida por sus propios padres que le criaron en una casa donde la música siempre fue clave en el desarrollo de la armonía familiar.De este manera William aprendió desde muy jovencito a interpretar sonidos con instrumentos que su padre había construido y que pululaban por su humilde morada,tales como el piano,el ukelele,el banjo,el órgano de tubos,la mandolina y la melódica,amén de todo tipo de guitarras,cosa que logra adaptar en su folk de emocional intimidad al que incorpora sutiles elementos electrónicos que le dan un toque evolutivo a su propuesta.En este primer paso discográfico nuestro protagonista de hoy compuso once temas ricos en matices,dulces melodías y de inusitada y frágil belleza acústica que ningún amante del buen folk accesible debería dejar pasar.Si os animáis a darle una oportunidad en forma de escucha,prestar especial atenciónb a temas como el inicial "Find it in me",donde puede recordar algo a Damien Rice,Sufjan Stevens y J.Tillman,pero con un poso más dulce si cabe en la que para mi gusto es la mejor canción del disco,"Passion play",donde los punteos de guitarra y el acompañamiento dejan un sabor de boca acaramelado dentro de su sentido ideario nostálgico,"Candy",de preciosa letra y aterciopelada melodía doblada por una segunda voz femenina realmente atractiva,"When i come home",donde acaricia las cuerdas y te susurra al oído hasta convencerte de que lo conoces de toda la vida por su cercanía,"Funeral trees",que a pesar de su título tristón y su pulso reposado sobre bases electrónicas que tanto recuerda a los Death Cab For Cutie en su lado profundo,acaba sonando como una bocanada de aire fresco que deja un pequeño halo de extraño optimismo,"My life changed",que confirma su adoración por el folk de los 60's y más concretamente por los apasionantes Simon & Garfunkel,sobretodo en el trato de las voces polifónicas,"Kylie",una ternura de más de siete minutos con un ritmo analógico y una guitarra de corazón country que enamoran a la primera escucha,"The problem of pain",donde se muestra al desnudo de alma en toda una declaración de intenciones sobre voces celestiales y percusiones tribales a medio gas,y la simpática "Shattered",con la que cierra de forma magistral y equilibrada este fabuloso álbum para el cuál se inspiró básicamente en la sensibilidad que supuso su etapa como terapeuta en un sanatorio mental y las experiencias traumáticas vividas en la adolescencia tras el divorcio de sus padres.