KAISER CHIEFS

EMPLOYMENT (2005)

Ayer fue un día divertido de idas y venidas. Una tarde de risas y alegría general en casa de mi amigo Luther, viendo como España daba un pasito más en su lucha por revalidar el campeonato mundial de baloncesto imponiéndose a Grecia, y un amago de dosis nostálgica con su madre hablando de nuestras artes de seducción adolescentes (que tiempos) que se trasladó a la posterior salida nocturna con una conversación sobre el paso del tiempo cenando en un bar del centro, en la que nos detuvimos en lo rápido que ha crecido su hermana, que hoy celebra la fiesta de su décimoprimer aniversario y las pocas ganas que tenemos ya de salir hasta que esta ciudad se echa a dormir. Nos hacemos mayores y lo notamos en pequeñas cosas como esas, en el hecho de que en cuatro días ya no podré hacerle uno de mis magistrales ataques de cosquillas a esa chiquilla que crece a velocidad de vértigo, en que mi amigo tiene cierto temor por el día que esa niña diga que sus dos hermanos no han de meter las narices en sus cosas y traiga un maromo tatuado de dos metros y lo presente como su novio y esas cosas que no pensábamos y mucho menos decíamos hace tan sólo un par de años, pero todo eso sufrió un cambio al llegar al Sidecar, uno de los garitos de 'moda' de la ciudad, que infectado de guiris y con el módico precio de diez euros el cubata, nos hizo ver que no somos nosotros, sino la noche la que se está empezando a desgastar. Estaba el lugar a tutiplén y nosotros nos sentimos fuera de lugar, sin entender como de un día para otro es la soporífera Lady Gaga la que reina en el siempre intrigante criterio de los disc-jokeys, pero el caso es que lo pasamos muy bien, primero con una dosis ochentera muy petarda y después con otras cosas más razonables que un servidor tenía olvidadas, como por ejemplo un tema de este estupendo debut de Kaiser Chiefs, que tanto me convenció en su momento. Es más que probable que poca gente esté de acuerdo conmigo, pero para mí 'Employment', supuso un bombazo más grande de lo que habían sido o fueron el primer largo homónimo de Franz Ferdinand, "A certain trigger" de Maxïmo Park, "Is this it" de The Strokes o "Highly envolved" de The Vines (que son los que recuerdo como coetáneos en su momento a bote pronto, en cuánto a llevarse mas fama). Fue una bocanada de aire fresco, con ritmos enérgicos por dóquier, gamberrismo festivo y calidad estilística, con una cierta ingenuidad dentro de su descaro indisimulable que me resultaba en su contraste un caramelo muy apetitoso, tanto que lo que vino a continuación sin ser nada desdeñable me decepcionó (me refiero a su siguiente disco). Tal vez sea por su intención de crear una puesta de largo asilvestrada aunque cuidada, pero este álbum me encanta, y lo cierto es que no conozco nadie que comparta conmigo esta pasión, a pesar de que es solo con este disco, pero si alguien no ha llegado a ellos aún, lo único que puedo decir es que vale la pena brindarles una oportunidad para domingos como hoy en los que una buena dosis de brit-pop, punk e indie-rock bailable y coreable, levantan el ánimo para afrontar el inicio de una semana más en el aburrido mundo de lo cotidiano. Para tener la opción de dar fe a lo que digo, recomiendo sumergirse en los encantos de cada uno de los once temas que componen esta primera obra de la banda de Leeds (Inglaterra), entre los que sobresalen, "Everyday i love you less and less", con una intro inquieta manejada por teclados adictivos y una melodía hooliganesca que invita al canto desgarrado, "I predict a riot", un trallazo Punk que recuerda algo a Misfits en su inicio pero que va recobrando luz en su trayecto con un estribillo ganador, "Modern way", mi favorita del disco con su intrigante elegancia y su atmósfera pasional que nos lleva a otras épocas en cuánto a influencia de sonidos con un marcado acento británico, "Na na na na naa", ideal para desfasar en la pista de baile, y con un cierto toque sorprendentemente stoner que puede recordar en cierto modo a algún tema de Queens Of The Stone Age, "You can have it all", donde demuestran que saben ponerse tiernos y que adoran los 60's, "Oh my God", muy brit-pop y con cierto deje a XTC y otras bandas pioneras del sonido indie en las Islas, "Saturday night", directa al corazón con su inmediatez rockera y esos coros a lo Blur, con una curiosa introducción protagonizada por la motocicleta de Graham Coxon, ilustre guitarrista de estos,"Caroline, yes", en plan Buzzcocks pero homenajeando en su título el "Caroline, no" de sus admirados The Beach Boys y la épica con clase de "Team mate", que a guitarrazo limpio despide este fantástico trabajo creado por Ricky Wilson, Nick Hodgson, Simon Rix, Andrew White y Nick 'Peanut' Baines. El nombre de la banda proviene de un equipo de fútbol de Sudáfrica.