BELLY

STAR (1993)

Tras un día de obligado descanso por culpa de una gloriosa timba de póker con los amigotes en la que se hubiera llegado a poner las llaves del coche sobre la mesa de no ser porque pactamos no jugarnos nada de valor (de valientes está llena la lista de endeudados a los que prestan dinero los bancos, dicen, así que cobarde soy), que se alargó hasta las tantas de la madrugada y que me llevó a dormir como una marmota casi toda la jornada dominical, empiezo esta semana con uno de esos viejos discos que tanto me gusta recordar en la actualidad. Es curioso lo relacionado que está todo en la música. Coges cualquier grupo y de ahí sacas otros proyectos que han nacido de él, colaboraciones, escenas geográficas, compañeros de sello que también te gustan, carreras en solitario, etcétera y en esa tesitura cabe destacar la trayectoria de Tanya Donelly, que dio sus primeros pasos artísticos al fundar Throwing Muses junto a Kristin Hersh, pasó a formar parte de The Breeders junto a las hermanas Deal, y de ahí pasó (antes de iniciar una respetable carrera en solitario) a formar su propio grupo llamado Belly, y todo ello desde una ciudad tan importante para la escena alternativa americana como lo ha sido Boston (Massachusetts), de donde también provenían grandes como Pixies, Galaxie 500, Buffalo Tom o Come. A Tanya siempre se le consideró la chica guapa e inteligente que permanecía a la sombra en aquellas propuestas musicales, la fiel escudera de aquellas mujeres temperamentales que lideraban aquellas formaciones, y aunque en cierta medida disfrutaba con aquel escaparate de los turbios interiores de esa gran compositora que ha sido siempre Kristin Hersh, contrarrestando su voz frágil y oscura con su dulzura y colaborando en transmitir las letras que aquella creaba en torno a la pasión y sus efectos, necesitaba como el comer un receso para tanta crudeza emocional y eso le llevó a formar Belly (tras su fugaz paso por The Breeders, donde se dio de bruces con el mismo problema), un grupo donde ella llevaba todo el peso demostrando que también tenía mucho que ofrecer. Con unas coordenadas similares a esas bandas que la acogieron, aunque con la diferencia de que su sonido tal vez era algo más prístino, esta propuesta constó de dos largos y un ep, de los cuales éste supuso su debut, consiguiendo un notable reconocimiento que en un principio se hizo más palpable en el Reino Unido, pero que con el paso de las semanas se hizo extensivo a su país y a nivel mundial consiguiendo vender más de dos millones de copias. 'Star' estaba compuesto por algunos de sus mejores temas, tales como la hipnótica "Someone to die for", donde la guitarra recrea una atmósfera preciosa para destacar todavía más la formidable voz de nuestra heroína de hoy, la rotunda "Angel", un pedazo de gancho directo que triunfa en su honesta pretensión de conquistar al oyente a base de ritmos estimulantes con un cierto tono de oscurantismo, la veloz "Dusted", que sigue la senda construida por su antecesora siguiendo esa línea heredera del mejor rock ochentero de afinidad gótica (o al menos yo lo veo así), la afable "Every word", que se decanta por un viaje hacía otros derroteros, puesto que entre capas de distorsión sutil, se aproxima a los Ramones de 'Brain drain', el slowcore y las bandas sonoras de las películas que protagonizaba Boris Karloff en esos instantes que hace acto de presencia un theremin, la fabulosa "Geppeto", mi favorita indiscutible del álbum por su frescura, su festividad y sus delicados juegos vocales apoyados en cálidos acordes de guitarra, la frágil "Witch", bonita fábula en la que Tanya Donelly parece un hada o una criatura angelical, la marchosa "Slow dog",que encajaría perfectamente en la obra de Throwing Muses y que incluso parece un descarte de lo que hizo en su día para dicha banda, pero nada más lejos de la realidad, porque cuando llega el estribillo y desborda de energía nos convence de que esto hubiera sido un hit dentro de su discografía, la emblemática "Feed the tree", la más famosa del lote, que llegó a alcanzar el número uno en varias listas de aquel año y cuyo texto es una metáfora sobre el compromiso y el respeto, interpretada sobre ciertos tonos tradicionales en la que puede ser su pieza más afín al country-folk (sin tener mucho que ver en líneas generales, eso sí), la pulcra "Full moon, empty heart", que resulta ideal para imaginarla como acompañamiento para una escena de cualquier film de David Lynch en el que se crea ese romanticismo inclasificable entre los protagonistas, la píldora punk-pop "Sad dress", pura actitud riot grrrl con sublimes polifonías, y la conmovedora "Stay", que despide la faena con brillante calidad acústica y una delicadeza adorable al son de la soledad de un cálido violín en su parte final. Belly eran Tanya Donelly, Gail Greenwood (que también estuvo en L7), Fred Abong y los hermanos Chris y Thomas Gorman (que provenían de la banda Verbal Assault, pionera de la escena hardcore-punk de Boston, y que era fijación personal de Tanya Donelly).