DNTEL

DUMB LUCK (2007)

No sé porque extraño motivo los Viernes me parecen idóneos para escuchar algo de indietrónica. Tal vez sea porque es un sonido refrescante que te puede evocar diversos estados de ánimo o porque simplemente resulta un género de esos que producen una grata sensación de desquite, de dejar atrás la semana laboral, de abandonar esas guitarras punzantes que palian los cambios de humor ante los quehaceres rutinarios de los cinco días anteriores, pero el caso es que es un estilo que me agrada mucho tener presente a través del discurso de proyectos como Dntel, tras el que se esconde el nombre del gran Jimmy Tamborello, más conocido como la mitad de The Postal Service (la otra como muchos sabréis es Ben Gibbard de Death Cab For Cutie).

Su popularidad a nivel mundial creció mucho con la edición de 'Give up', pero antes ya era un reputado artista en su país con esta aventura y su otro alter-ego con banda, Figurine. El de Santa Barbara (California), es desde sus comienzos, un tipo respetado y querido dentro del panorama independiente americano, sobretodo por sus colegas de profesión, que se prestan a colaborar en sus discos y le piden así mismo ayuda a la hora de componer sus propias canciones. Entre sus ocho discos de estudio editados como Dntel (contando remixes, discos de versiones o tras rarezas), en esta jornada he devorado con fervor su comatoso 'Life is full of posibilities' y este genial 'Dumb luck' que por tener algo más de garra y luz, me ha parecido conveniente rescatar para esta tarde soleada.

El que fue su tercer larga duración, cabalga a lomos de un manso envoltorio electrónico que comprende asociados como el downtempo, el glitch y la intelligente dance music (IDM) con infinidad de teclados, sintetizadores, loops y programaciones. Destaca de nuevo por esa participación masiva de buenos amigos músicos y por la calidad de cada una de sus diez pistas, pero a diferencia de otras referencias publicadas bajo su firma, cabe reseñar que aquí hay un pequeño espacio para una tendencia electroacústica que le sentó a la atmósfera del minutaje como un guante a medida.

Su voz susurrante hace acto de presencia cada vez que no hay una presencia estelar de otro cantante, pero lo que está presente a lo largo y ancho del disco, es esa identidad taciturna que tienen sus melodías hipnóticas y esos subidones tímidos que abres un agujero de luz infinita. La muestra queda refrendada con temas como el inicial homónimo "Dumb luck", interesante desde la propia humildad que sugiere su título, con un crepitar denso que nos hace pensar que estos ruidos sincopados son producto de la vejez de nuestro equipo reproductor hasta que nos percatamos de que tan solo es un efecto logrado del genio californiano, una canción que tiene un encantador deje folk y una armonía preciosa, mi favorita irremediable del lote, la ambiental "To the fault", grabada junto a los maravillosos Grizzly Bear, que aportan su distinguida psicodelia de accesibles reflejos pop, una sabrosa tonada espectral de sensibilidad honesta, divida en tres partes bien diferenciadas si atendemos a su desarrollo, "I'd like to know", donde destaca la voz de Valerie Trebeljahr de los alemanes Lali Puna, con los que de hecho está elaborada la pieza, intimista pero atrevida al mismo tiempo, muy afín a lo que podemos encontrar en la formación franquicia del prestigioso sello Morr Music, "Roll on", junto a Jenny Lewis de Rilo Kiley, que más tarde colaboraría con él en el debut de The Postal Service poniendo su dulce voz a varios cortes, por ello podemos notar un poco de melosidad folk-country a esta bella joyita, la simpática "The distance", sensacional, una vez más llevada al terreno de sus colaboradores (esta vez Arthur & Yu) para que se sientan cómodos, y ellos la llevan a su vertiente semi-tribal de alma Beatles, la sobria "Rock my boat", oscura, algo fría pero seductora en su apariencia dolorida con la magnifica voz de Mia Doi Todd, guardando similitudes con los mismísimos Massive Attack o la Beth Orton que irrumpió en el panorama a manos de The Chemical Brothers, "Natural resources", abrumador coqueteo jazzístico en su latitud más melancólica, con Andrew Border de la banda indie-rock de Minneapolis (Minnesota), Fog, al micrófono, la formidable "Breakfast in bed", que se puede definir como el indiscutible gancho del álbum porque en ella presta sus cuerdas vocales Connor Oberst de Bright Eyes y ya se sabe que todo lo que toca este chico vale oro, una canción muy bonita que resulta incluso pegadiza, y la celestial "Dreams", con los Mystic Chords Of Memory (combo liderado por el ex-batería de The Tyde y líder de Beachwood Sparks, Christopher Guest) que encajaría hasta en la obra de los islandeses Sigur Rós con un poco de electricidad convertida en arrebato post-rock.

Una grandísima colección de canciones que si se tiene paciencia conquistan al oyente, grabadas por el bueno de James Scott Tamborello, del que no quiero olvidar recomendar sus otras dos aventuras paralelas a esta y las dos mentadas al principio de este escrito, Headset y Strictly Ballroom.