domingo, 3 de febrero de 2013

GRIZZLY BEAR + LOS COJOLITES - AUDITORIO BLACKBERRY (MEXICO D.F.) 31-01-13

SHIELDS (2012)

Multitud de sensaciones recorrieron ayer mi cuerpo y mi mente por ser la primera vez que asistía a un concierto fuera de mi país y la experiencia no pudo ser más satisfactoria. En la gigantesca ciudad de México pude asistir al recital que ofrecieron los neoyorquinos Grizzly Bear acompañados de los veracruzanos Los Cojolites como teloneros, en una inocua unión eventual entre el folk de tintes psicodélicos y atmosféricos de los primeros y el son jarocho folclórico de los segundos. Una mezcla extraña pero que a fin de cuentas resultó exitosa vista la respuesta de los asistentes, que aplaudieron a rabiar ambas propuestas. Esa fue la primera de una larga lista de cosas que me apetece resaltar en mi idea de hoy, que consta no solo de comentar el magnifico directo que pude disfrutar ayer, sino de enumerar las diferencias y semblanzas de vivir un show en vivo en dos continentes distintos, alejados, pero unidos en la pasión por la buena música.

Salimos de casa sobre las ocho evitando un accidente en cadena que nos podría haber hecho perder gran parte del evento y a las nueve llegamos puntuales como la vida misma al auditorio Blackberry, un lugar que si bien por fuera no causaba una gran impresión, era francamente atractivo por dentro, con una pista central bastante amplia y un palco más que respetable. En esta última zona nos sentamos en nuestras localidades (un acomodador nos acompañó hasta nuestras butacas, como si se tratara de un cine e incluso un camarero subía a la grada a atender a los asistentes personalmente) al mismo tiempo que comenzaba la actuación de la formación de Veracruz (México), Los Cojolites. Una hora de duración para su propuesta de raíz que me recordó por momentos a lo que por nuestras tierras se ha dado en llamar mestizaje, pero nada que ver con el grueso comercial y artificial engañoso de lo que asociamos a esa barata etiqueta. Olvidémonos de luminarias como Macaco o Manu Chao, esto era auténtico y justificado pues sus orígenes y arraigos hacen que su apasionado tratado musical sea fiel a lo que el público mexicano pide para no renegar de la herencia del pasado. Diez músicos en el escenario, incluida una componente femenina que sobre una tarima efectuaba el baile asociado a la región de la que provenían, llevando el peso visual del espectáculo. Hicieron un repaso a su discografía completada en más de once años de carrera y principalmente a su más reciente trabajo 'Sembrando flores'. No eran unos desconocidos de hecho pueden alardear de tener en su poder un Oscar de Hollywood gracias a su aportación a la banda sonora de la película biográfica sobre la pintora azteca Frida Khalo, han sido nominados a dos Grammys y cuentan entre sus fans con nombres tan ilustres como Peter Gabriel y la actriz Salma Hayek, así que fue interesante poder verles.

Aunque a pesar del buen hacer de esta banda, lo que realmente esperábamos la mayoría, como es lógico, era la presencia del grupo estelar de la noche, el cuarteto reconvertido en quinteto para la ocasión, Grizzly Bear. Media hora de interminable espera con soporífero hip-hop como hilo de fondo y por fin las primeras notas de "Speak in rounds", una de las muchas piezas que sonaron de su flamante 'Shields', al cual he llegado incomprensiblemente tarde, tanto que por no haberlo escuchado hasta hace escasas semanas, no lo incluí en mi lista de recomendados del pasado curso, basaron su repertorio como digo en esta maravilla de álbum, que a mi juicio supera con creces lo ofrecido en sus tres anteriores álbumes, pero también concedieron espacio para algunos cortes de su aclamado 'Veckatimest' y hasta hicieron un guiño a sus inicios con un tema de su debut 'Horn of plenty' y dos de su segundo asalto 'Yellow house'. Sonó impecable esa primera muestra ante el delirio colectivo, de primeras me quedó claro que el público mexicano es fogoso, entregado, pasional y agradecido, pues una cálida ovación y una atenta escucha de las palabras de presentación del vocalista Edward Droste, el cual se puede considerar el líder de la banda a pesar de que en cierto modo nadie destaca sobre el otro en una agrupación bien avenida donde no existen las jerarquías, y esa puede que sea la fórmula idónea para que los de Brooklyn (New York) sean posiblemente uno de los mejores conjuntos de música independiente del momento. En su breve discurso mostró su felicidad por volver a pisar estas tierras tras su paso novel hace dos años. De esta manera ya estábamos todos metidos en harina, habíamos entrado en calor por encima de nuestras expectativas, ya que si bien la propuesta de estos muchachos puede resultar muy atmosférica, sus canciones mejoran en directo y ganan en energía.


Quedó patente en el ciclón torrencial de emociones que se nos vino encima acto seguido con el acto completo hasta los bises. Fueron cayendo con fortuna piezas tan radiantes como "Adelma", breve, marciana y alucinada como en su versión de estudio, para dar paso a la sinfónica "Sleeping ute", a la cual le veo deudas con el tratado de Pink Floyd, una maravilla en su traslado al escenario, "Cheerleader", una de sus composiciones más ilustres y que contó con esos aires soleados a lo The Carpenters y The Beach Boys con los que se les identificaba en sus comienzos, "Lullabye", desprovista de su intro de introducción vocal pero suave y dulce como la miel, con unas polifonías que hasta envidiarían sus amigos de Fleet Foxes, añadiendo ese potente arrebato eléctrico que les acerca sorprendentemente al noise-rock, la celebradísima "Yet again", tal vez su mejor creación hasta la fecha, un lujo melódico e instrumental con el bajo llevando la batuta, una delicia sonora que se convirtió en mi favorita de la noche, y cuya contundente parte final, nos brindó a mi chica y a mi la secuencia más esperpéntica y cómica de la velada, pero la explicación de eso la dejo para después, "Little brother", apacible y acústica, que se acompañó con palmas por toda la sala, "Shift", idílica deuda con su propio legado, y es que parece mentira la evolución lograda en los casi nueve años que han pasado desde que se editó, "A simple answer", radiante, una de las triunfadoras de la noche y que tanto me trae a la memoria el discurso de The Dodos, "Foreground", ambientada a piano, con un tono vocal heredero de Jeff Buckley, perfecta para calmar las aguas, punto álgido del repertorio, "Gun Shy", una pieza sensacional que da lustre a su última referencia y que tiene puntos en común con la obra de Papercuts, "Ready, able", orquestalmente desnuda en una versión que rayó a igual nivel, cosa que dice mucho en su favor, "While You Wait For The Others", alegre y coreable, con la voz de Droste  ganando en definición, "What´s wrong", vuelta a 'Shields', para acabar de amansar a las fieras y unos punteos de guitarra chispeantes, "Two weeks", estandarte que tarde o temprano tenía que sonar y que cuando lo hizo provocó el júbilo generalizado, "Half gate", soberbia en su base rítmica y sus voces angelicales, y "Sun in your eyes", que puso punto y aparte con suavidad justo antes de que llegara un exquisito bis en el que se decantaron por "Knife" vuelta al pasado y a los sonidos veraniegos, y pusieron el broche de oro a su despliegue con "All we ask", dejando un halo de tristeza porque el sueño llegaba a su final.
En resumen, una noche apasionante con la que pude disfrutar de una sobresaliente banda y en la que pude observar la devoción del pueblo mexicano. La reacción de los que solemos asistir a un concierto en España y los que lo hacen por estos lares, cambia considerablemente, estos últimos lo gozan de un modo más deshínibido y lo que es mejor, se lo transmiten a la banda que acaba su labor con la satisfacción del trabajo bien hecho en vistas de la respuesta recibida. Por otro lado, también noté mucha conexión en pequeñas anécdotas entre distintos lugares, estupideces de las mías, que siempre me gusta resaltar, como por ejemplo, el hecho de que también hubo un momento en el que se me puso un tipo más alto que yo delante, que no me dejaba ver nada con su enorme cabezón, que la estética de los presentes era casi calcada a la de la gente que va a los bolos que veo en mi ciudad y que como no! hubo un personaje que nos desvió la atención a base de hacer el cantamañanas, algo que suele ser un clásico en todo concierto que se precie alrededor del mundo. Me hizo gracia porque unos días antes había leído en el último ejemplar de Rockdelux una crónica sobre Two Gallants en Barcelona, en la que el periodista en cuestión nombraba a una francesa que no había parado de hacer el cabra en primera fila, llegando a dar más prioridad dentro del artículo a eso antes que a la propia banda, y curiosamente hubo un momento que nos pasó algo similar porque a punto estuvo una lerda de conseguir su propósito de llamar la atención por encima de los protagonistas reales de la noche con sus bailes espasmódicos lamentables, su falta de educación (todo su deleznable ejercicio de estupidez insolente lo desarrolló de pie, tapando la visibilidad de varias personas que le dedicaron insultos sin que eso le hiciera ni siquiera recapacitar y mostrar algo de respeto), y su indolente griterío egocéntrico...en fin, que muy insoportable la colega, suerte que al final un miembro de seguridad la puso en su sitio. Energúmenos hay en todos lados. Nada empaña algo tan memorable.

2 comentarios:

  1. ¡Que grande concierto! Que envidia, de la sana, me das Txarly.

    Viva México, cabrones!!!!!!

    Oskarim

    ResponderEliminar
  2. Hombre Oskareeeeem!!!
    Que pasa tiiiio!!?? que tal vas? hace días que quiero contestar tu mail y por una cosa o por otra no saco un rato, macho. Ando de pingo todo el día, viendo cosas por la ciudad, a ver si esta tarde que parece que va a ser casera, te echo unas líneas, amigorrr.
    El concierto fue muy bien y este país es interesantísimo, ya te contaré...
    Un abrazo figurín y recuerdos a Marta!

    ResponderEliminar