jueves, 7 de marzo de 2013

MODEST MOUSE

WE WERE DEAD BEFORE THE SHIP EVEN SANK (2007)

Hace tiempo que no repito banda, con lo que ya tengo motivo para hacerlo esquivando mi manía habitual, y dando constancia al mismo tiempo a la idea de dejar espacio entre disco y disco publicado por aquí de una misma formación, me he despertado con la intención de poner este fabuloso último álbum de los de Issaquah  (Washington), porque tengo una de sus canciones en mi mente desde primera hora. Llevo toda la mañana tarareando su adictiva melodía y por eso, debía compartir la sensación de degustar esta gran obra que nos consuela hasta nueva orden, porque probablemente Modest Mouse es el grupo más parado que hay sobre la faz de la Tierra en cuanto a la intención de entrar en el estudio. Casi seis años han pasado desde que viera la luz este magnifico 'We were dead before the ship even sank', trabajo de largo título (como casi todos sus antecesores), que subía un peldaño más en la evolución comercial del sexteto, y de momento no se vislumbra gesto alguno de darle continuidad, aunque siguen en activo encabezando festivales en su país como el prestigioso Coachella que se celebrará en Abril de este año en Indio (California), donde han sido confirmados con sendas actuaciones marcadas en dos fechas, señal de que gozan de buena salud de cara a la respuesta del público estadounidense. También está fresco un documental editado el pasado año que lleva por nombre 'The lonesome crowded west', como su segundo asalto y que recupera imágenes de archivo sobre la gira y sesiones de grabación del mismo.

Como comentaba al principio, ya publiqué un disco suyo hace mucho, el sublime 'Good news for people who loves bad news', antecesor del que nos ocupa, pero me quedé con las ganas de escribir algo sobre este, puesto que raya a la misma altura y mucha gente llegó a su discurso a través de él, en parte por contar con una mayor y mejor promoción a nivel mundial y por encima de todo por el gancho publicitario que supuso la incorporación a la plantilla del venerado ex-guitarrista de The Smiths, Johnny Marr. El veterano guitarrista aportó su granito de arena en una obra enriquecedora que no buscó superar logros pretéritos, puesto que eso nunca les ha importado a la hora de meterse a grabar, y se nota en cada rincón de esta suculenta colección de canciones, que solo hacen que sacar a relucir el crecimiento de un proyecto que no ha parado de evolucionar desde que un buen día les descubriera para la causa el maestro Calvin Johnson, dueño del sello K-Records (su hogar antes de dar el salto a una major) y cabeza pensante de conjuntos tan enormes como Beat Happening, The Halo Benders o Dub Narcotic Sound System, amén de gurú de la en su día emergente escena de la ciudad de Olympia (Washington), la capital del bostezo, según decía el propio artista, pero que contaba con un circuito magnifico y se conoce, fue la impulsora del aprendizaje musical de Kurt Cobain, mítico líder de Nirvana, del que se dice aprendió allí lo que eran las reglas del indie. Pero bueno, que me desvío del tema, que esto es otra historia...

El británico puso al servicio de los estadounidenses, además de su pericia a las seis cuerdas, su filiación ochentera, algo que siempre ha supuesto un elemento de recurso en el seno de sus composiciones, con lo que ya iba implícito en su incorporación. Punto clave para la mini-renovación del sonido ratón, junto a la vuelta al redil del batería que tuvieron en sus primeros discos, Marr, dejó a un lado su status de estrella y se adaptó a la perfección, siendo uno más y prestando sus ideas. Si ya se escuchaban ecos de Talking Heads, XTC y The Bluebells en su trayectoria, aquí todavía se acentúan más esas referencias, sumándole además un barroquismo desenfrenado en un extremo y una tan extraña como particular habilidad para los ganchos pop en el otro. Un trabajo que apuesta por la luz, por la diversión en su justa medida, recreándose en los coros y en los arreglos hasta el punto que se te vienen a la cabeza nombres indispensables de aquella lustrosa década dentro del núcleo más vendedor, y como matiz distintivo el griterío. Isaac grita como un poseso en muchas partes del minutaje.

No es un disco conceptual pero rinde tributo al mar y acaba por ser un tratado que uno imagina cantado por marineros en una noche borrascosa de pesca, sorteando la marea y con la tripulación unida en un himno eterno que solo mantendrán en secreto las olas. Rock aguerrido, pinceladas de bluegrass, de la música de raíz rusa (si, si, hay instantes que sus mentes se van a los Urales), indie-rock noventero y esa vertiginosa alma blues que escondían entre una densa niebla los inolvidables The Commitments, cuando suenan los instrumentos de viento para un discurso que cuenta con diamantes brillantes tan fascinantes como "Marh into the sea", que abre la veda con un acordeón de aires afrancesados pero con esa perspectiva oceánica que comentaba hace un instante, con la energía vocal y los recesos aniñados al son de un bajo marcado al adorno de un violín y golpes certeros de baqueta, "Dashbord", corte más emblemático del lote, un movió y asilvestrado huracán que encajaría en el ideario de The Long Winters, tal una de sus mejores creaciones y es que esas guitarras punteadas no pueden ser más pegadizas, "Fire it up", que recupera el espíritu psicodélico chispeante de su anterior álbum, en algún lugar entre Tom Waits y sus amigos del alma The Flaming Lips y Built To Spill, a los que consideran de su propia familia, "Florida", cien por cien Pixies en el modo de interpretar la parte vocal y muy Peter Gabriel en su coralidad, aunque la instrumentación inevitablemente trae a la memoria a The Smiths, un corte que se acelera y ralentiza a conciencia, "Parting of the sensory", respiro sensorial de coartada alt-country, con una parte final alocada que si bien definiría como medieval, de fiesta pagana, según su cantante, está inspirada en el flamenco, pues poco antes de componerla estuvo en Sevilla de vacaciones y según dice se empapó de el folclore de la zona, "Missed the boat", más carnaza tradicional para un tema que incluso conserva un lado irlandés, con un estribillo que crea adicción, y un ojo puesto en el manual de estilo de unos Mekons pasados por aguas saladas, "We've got everything", mi favorita, quizás por la presencia en ella de mi idolatrado James Mercer de The Shins, una unión de voces que incita a la excitación de las emociones, un tema poderoso y eléctrico, "Little motel", que comienza con esos teclados tan dulzones y esos acordes tiernos que se dan la mano con unas estrofas preciosas que caminan con paso firme pero lento, rozando el brit-pop madurado de Tired Pony, "Spetting venom", habanera bizarra que parece cantada por un pirata sacando el alma de la decadencia, minimal, trepidante aún llevando el peso de la desnudez intimista y convincente en su intención de declarar unos principios irrompibles, por lo menos en sus primeros compases, porque luego entra toda la artillería y cambia radicalmente hasta parecer una canción diametralmente opuesta, "People as place as people", otra preciosidad, mas seria y heredera descarada del legado alternativo de los 80's, y "Invisible", fulgurante final donde la garganta queda al rojo vivo. Obra redonda.

Modest Mouse eran en el momento de concebir este álbum (suele variar la formación cada equis tiempo) Isaac Brock (también impecable su labor al frente de Ugly Casanova), Jeremiah Green (que volvió al grupo tras años de ausencia que aprovechó para formar parte de la banda post-hardcore, Satisfact), Eric Judy, Joe Plummer (actual batería de The Shins, y del que veo también interesantísimos sus proyectos paralelo, Black Heart Procession y Mister Heavenly), Tom Pelosso (que luego fundó la sensacional banda de bluegrass, The Hackensaw Boys) y Johnny Marr (que aparte de su función en The Smiths y brillante discografía en solitario, cuenta con un historial de colaboraciones de lujo en discos de The The, Oasis, Pet Shop Boys, The Cribs, Happy Mondays, Talking Heads, The Pretenders, John Frusciante, Billy Bragg...). También estuvieron presnetes en la concepción otros músicos invitados como Dennis Herring (productor del disco), Clay Jones, Kyle 'Slick' Johnson y Naheed Simjee.


2 comentarios:

  1. Hiciste bien en repetir banda! me gustan, no al grado de decir que son mis favoritos, pero si debo de admitir que tienen un muy buen estilo el cual siempre le quieres seguir la pista, como lo mencionamos el otro día.

    Guapooooooooooooooooo!

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  2. Me alegra que te pareciera bien que repitiera banda y que consideres que acerté a la hora de la elección de los protagonistas, mi cosita comestible :D
    Como bien dices, Modest Mouse tienen un efecto adictivo realmente encomiable, como te dije hace unas semanas a veces me repele que grite tanto el vocalista pero hasta eso me acaba gustando tras unas escuchas bien digeridas, jeje.
    Los primeros discos son excelentes también, a ver si te los paso y les das un repaso, amore.
    Besines!

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