LIGHTNING DUST

INFINITE LIGHT (2009)

No querría pecar de cansino  volviendo a soltar un discurso entusiasta sobre las bandas de Canadá como hice anteayer, así que no lo haré, pero los protagonistas de la entrada de hoy provienen de ese país y como dije entonces, no exportan nada desde allí que cree indiferencia, por lo tanto este dúo de Vancouver (British Columbia), no es una excepción. Lightning Dust es un proyecto paralelo de dos de los miembros de los excelentes Black Mountain, en el que canalizan toda la suavidad y fragilidad de su talento para ponerlo a disposición de un discurso alejado de la psicodelia setentera de su banda madre, abrazando los parámetros del gothic-pop menos hiriente y el indie-rock más efectivo en virtud de un sonido mucho más accesible y abierto a otros horizontes, sin desprenderse mucho tampoco de esa afinidad con la música de raíz americana que tan bien exponen dentro del repertorio del quinteto. Unas ganas de dar una alternativa o más bien una vía de escape a sus ideas que nuestro par de protagonistas del post de hoy han acogido con ganas desde que a finales de la pasada década decidieran ponerse el mono de trabajo adecuado para mostrar su verdadera pasión y su aporte personal al margen de su tarea rutinaria, con el lanzamiento de un debut homónimo al que dieron continuidad tres años después con este álbum que nos ocupa en una clara muestra de que esta aventura es coherente si atendemos a que la necesitan más allá de querer lucrarse, pues se nota que el cuerpo les pide este paraíso alterno.

Quitamos la parte romántica, la épica recargada y la grandilocuencia progresiva del hard-rock alucinógeno de las 'montañas negras' y no resulta difícil imaginar que es por la ausencia de esta pareja. Afortunadamente eso es solo una hipótesis y una manera de destacar su función en el seno del grupo canadiense, pero lejos de repetir esquemas, aquí despachan un folk-rock nada plomizo y unas dosis homeopáticas de afectación sinuosa. Hay mucho melodrama en sus composiciones, es cierto, aunque no es algo que afecte en demasía al collage global de su discografía, pues mientras sigan mesurando con tanta ternura esos teclados ondulantes y esos arreglos de cuerda, para cubrir de magia la identificable voz temblorosa y que esta se mantenga en primer plano, sus canciones se convertirán siempre en realidad poética y belleza natural. 

'Infinite light", por el momento su última referencia, podría haber sido una de las revelaciones de aquel año de no haber sido porque no se le dio apenas bombo. Desde la interesante portada, que dice mucho más de lo que puede parecer en un principio si la analizamos con atención, todo en este trabajo es apreciable y por ello merecen crédito propio. Emoción contenida y sonido elaborado pero cristalino, esos son los aderezos usados para que las canciones caminen solas, lejos del minimalismo, pero sin abandonarse a una dimensión de altas cotas que tape su hermosura esencial, jugando claramente con la dicha de menos es más y dando fe a lo adverso de su moraleja.

Diez piezas, menos de cuarenta minutos, todo un alarde de buen gusto y modestia, pues esa luz infinita que reza su título, correría el riesgo de apagarse en el olvido en contradicción con su adjetivo si fueran altaneros como para creer que un divertimento tiene que caer en lo prolongado y hacer competencia a su labor cotidiana. Un escalofrío recorre el cuerpo cuando tras el dulce comienzo de "Antonia Jane", cuando entra la voz entre lacrimal y optimista de la muchacha sobre unas cálidas guitarras acústicas, mi predilecta del disco porque tiene un poder evocador casi magnético y porque las teclas de ese piano te hacen permanecer en un cielo despejado, "I knew", a la que añaden unas programaciones transparentes que une los universos de Rilo Kiley y Au Revoir Simone en una genial unión entre la indietrónica de andar por casa y el alt-country de salón, una pieza que engaña, pues parece que quiera arrancar y desbordar en épica con ese ritmo y que sin embargo se queda en la simple intención, algo digno de alabanza, "Dreamer", algo oscura y melancólica, como si The Denver Gentlemen se pusieran sentimentales o como si Lovers y las Dixie Chiks se cruzaran en un sueño irrealizable, "The times", con unas percusiones que parecen emular el "Sympathy for the devil" de The Rolling Stones con una coartada robusta de teclados y golpes de baqueta, "Never seen", algo próxima a los Mercury Rev de 'All is dream', aunque creo que es una percepción un poco rara por mi parte y quizás cualquier parecido con la realidad sea mera coincidencia, estando más cerca del synth-pop de alguna banda ochentera ilustre, pero el caso es que esas notas del teclado me recuerdan a algún tema de los de Buffalo (New York), "Honest man", un texto sencillo para una canción brillante cantada a dúo como si fuera uno de esos duelos interpretativos de los 60's, "Wondering what everyone knows", un corte limpio en la piel, una instrumentación luminosa y un estribillo triunfal, idílico conjunto, y "Take it home", una despedida que podría entrar con calzador pero por la puerta grande en el imaginario de los franceses Air, si estos grabaran siempre con medios convencionales.

Lightning Dust lo forman Amber Webber y JoshuaWells. Como anécdota decir que el creador de The Simpsons, Matt Groening, es un enamorado de su música y por ello les contrató hace dos años para formar parte de su festival All Tomorrow's Parties celebrado en Minehead (Inglaterra) .