miércoles, 15 de enero de 2014

THE WHITE STRIPES

ELEPHANT (2003) 

Basta ya de confetti y verbena, vamos a volver a la rutina con entradas normales de una vez, que con tanta jarana de celebración se me va el santo al cielo y me consume la holgazanería. Como iniciar un nuevo año siempre trae consignas, en referencia al blog  me he propuesto los mismos objetivos que en los dos anteriores, con la seguridad de que esta vez los voy a cumplir, porque he pensado una estupidez que a sabiendas de lo personaje que soy, seguro me empuja a hacerlo. He decidido que publicaré algún disco por aquí cada vez que Chicago Bulls jueguen un partido de la NBA. Si, suena francamente idiota lo que digo, pero como la temporada de la mejor liga de baloncesto del mundo va a mata caballo, pues es una forma de imponerme un reto fácil para dar más consistencia a este espacio mío. Lo bueno es que cada semana disputan de tres a cuatro partidos, pero el incoveniente es que a veces tienen dos seguidos y que el curso baloncestístico estadounidense termina a mediados a finales de Primavera y visto lo visto en este primer tercio de competición los de Tom Thibodeau no se van a tener difícil clasificarse para playoffs debido a su irregularidad desde la lesión de su estrella Derrick Rose, con lo que a mediados de Abril se pueden ir de vacaciones. De todos modos da igual, tengo la firme convicción de que me vendrá bien al menos hasta que llegado el momento de que esto suceda encuentre otro incentivo y además también he llegado a la conclusión de que será positivo pasar por otras bitácoras a incordiar los días que guarden descanso.

El caso es que cavilé esto a raíz de una conversación con mi hermano viendo el resumen de un encuentro de la franquicia de Illinois, tras el que él me preguntaba que si no acabarían aborreciendo el baloncesto esos tíos tras acumular tantas horas de entrenamiento, viajes y partidos (disputan un máximo de ciento dos), y como estoy como un cencerro con mis paralelismos he escogido para empezar a The White Stripes por la coincidencia de colores, puesto que el dúo de Detroit (Michigan), tenía especial predilección por los colores que viste el mítico equipo que vio a Michael Jordan enfundarse seis campeonatos vistiendo su camiseta. Coincidencias buscadas y encajadas con calzador para que a mi me sirvan de excusa para hacer una introducción en la que poder escribir sobre mi otra gran pasión y de paso coger carrerilla para comenzar a destapar mi devoción por bandas tan sobradas de magnetismo como esta. 'Las Rayas Blancas', nombre que juega con el doble sentido, fueron tal vez uno de los grupos más emblemáticos del rock alternativo a comienzos de este milenio, creando una nueva definición del género a base de flirteos con el garage, el blues y el punk, y ya tocaba que le diera cabida, la verdad, porque es una banda que me encanta.

Mas allá de las polémicas sobre su autenticidad, sobre si eran de verdad hermanos o no (luego se supo que habían sido matrimonio) y sobre si la chica sabía tocar la batería con destreza o era un horror a los parches, para mi fueron consistentes y nos dejaron en sus catorce años de trayectoria seis álbumes de estudio muy loables que a día de hoy, pasados siete años desde su disolución, siguen sonando atemporales y deudores de un estilo musical que jamás pasará de moda. De su vida y milagros se puede hacer un libro, sin duda, pero me quiero centrar en los encantos de su obra más emblemática, este glorioso 'Elephant', al que en su día dieron tanto bombo y platillo (merecidamente) como a 'Is this it' de The Strokes, 'Tirthen tales from urban bohemia' de The Dandy Warhols o 'Higly envolved' de The Vines, tres álbumes que de algún modo marcaron la nueva perspectiva con la que se miraba al pasado reciente del rock independiente. El sobrado talento de Jack White llegó a su máximo esplendor con el que fue su cuarto trabajo. El salto de calidad respecto a su antecesor 'White blood cells', se hizo palpable con un sonido más furioso, paranoico y sorprendente, incluso más variado, haciendo hincapié en los solo de guitarra y esa finalidad lo-fi tan espontánea que se convirtió en una atracción fundamental.

Esa paleta de influencias añejas capitaneadas por MC5, The Stooges, The Sonics, Led Zeppelin, The Gun Club, The Rolling Stones y The Velvet Underground, planearon sobre la guarida donde se grabó este artefacto y se hizo notorio en canciones que forman parte de la memoria colectiva de los buenos aficionados al rock puro, tales como esa bestial "Seven nation army", que con el tiempo ha traspasado las fronteras de himno rockero generacional para ser destrozada a pleno pulmón de hooligan en centenares de campos de fútbol (que amargura) y otros deportes esféricos, pero que obviando esa mera anécdota, podemos describir como una de las piezas más eficaces de la historia, mostrándose directa, electrizante, de tempestad-calma con una línea de bajo que se te clava, un ritmo de batería constante y una guitarra que cubre todo, "Black math", encendiendo máquinas para machacar los tímpanos a base de actitud punk y tendencia bluesera engordada con una distorsión abrasiva, "There's no home for you here", mi favorita del lote, quizá por lo atractivo de su estribillo gospel o quien sabe si por su reposada épica alternada a ratos con coralidad enérgica, " I just don't know what to do with myself", revisión del clásico de Burt Bacharach y Hal David que también ha versioneado gente como Dusty Springfield, Demis Roussos, Dionne Warwick, Isaac Hayes y Elvis Costello entre muchos otros, y que ellos llevan indudablemente a su terreno desde el respeto, "In the cold, cold night", tímida pero seductora tonada al interpretada al ralentí por Meg White, la otra mitad del dúo, "You've got her in your pocket", un tema que deja claro que cuando se querian poner dulces y tiernos también eran capaces de hacernos sentir a gusto, una preciosidad donde tiene cabida la delicadeza acústica del buen folk americano de los 60's, recordando tanto a Blind Melon como a The Black Crowes, "Ball and biscuit", una maravilla vacilona que con unos riffs que parecen cedidos por los australianos AC/DC y que encajaría en el ideario de los posiblemente se pueden considerar sucesores de los White en la actualidad, The Black Keys, "The hardest button to button", pura dinamita, una canción robusta y gigantesca en su ejecución que me es imposible olvidar tras su aparición estelar en mi querida serie animada 'The Simpsons' (aquí la escena en cuestión. Se escucha de rayos pero al menos está en castellano), "Little acorns", jugueteando con el heavy metal de Black Sabbath, "Hypnotize", giro radical en la dirección para abrazar las coordenadas del punk neoyorquino de los 70's con una melodía que sin embargo parece más cercana al rockabilly de Wanda Jackson, "The air are my fingers", que tira de recursos vocales para atrapar al oyente, sin desprenderse de esa buena comunión instrumental entre los dos protagonistas, y la simpática "It's true that we love one another", que cierra esta joya con inusitada felicidad sureña al compás de las voces y un discreto piano.

John Anthony Gillis, del cual si tuviera que nombrar todos los proyectos en los que ha estado involucrado, me vería obligado a dedicarle una entrada completa solo para ello, y que desde el fin de este proyecto se ha centrado más que nada en The Raconteurs y The Dead Weather, y Megan Martha White, de la que como curiosidad hay que añadir que desde hace cinco años es nuera de la gran Patti Smith, tuvieron la ayuda del ilustre periodista Mort Crim (que presta su voz para la intro hablada de "Little acorns") y Holly Golightly (que edita discos en solitario acompañada de The Brokeoffs y que presta su voz en el último corte del álbum).

*Durante la creación de este post, me enteré de una dura noticia, el fallecimiento de Temoc, gran bloguero de Mexico D.F., que tuve la suerte de conocer a través de este espacio y con el que mantenía contacto regular por la red social. A título póstumo va dedicada esta publicación con la mayor de las tristezas por su trágica pérdida. Descansa en paz amigo y gran melómano, para la eternidad quedarán tus conocimientos y gran pasión en tu excelente bitácora 'Music Gallery'.

4 comentarios:

  1. Para mí uno de los mejores discos de lo que llevamos de S.XXI, con eso te lo digo todo Txarls. Clavas lo de las influencias incluyendo a los Gun Club. Abrazo.

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  2. El señor Jack White es un fenómeno. Un artistazo como la copa de un pino. Este discos es sublime. Su mejor disco aunque no mi favorito, ese honor lo tiene White Blood Cells. Por cierto, gran post.

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  3. Opino lo mismo Johhny! es un disco top de este siglo, si duda, de esos que ganan con el paso del tiempo y que cuando los escuchas tras tenerlo aparcado una temporada, lo coges con las mismas ganas que la primera vez. Me alegra enormemente que también creas que las influencias que cito son acertadas, porque la verdad suena a mi me recuerdan mucho a The Gun Club por momentos y no sabía si sería algo atrevido decirlo :P
    Un abrazo Mr.Dibud!

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  4. Un verdadero genio, es cierto Nikochan! además es prolífico como el que más, no para y todo lo que hace suena bien, incluso su colaboración con Alicia Keys para la banda sonora de no recuerdo que peli de la saga James Bond, me pareció enorme. Tiene carisma y sabe asumir su papel de estrella sin los aspavientos egocéntricos de otros, cosa que a mi entender le da más crédito como artista.
    Yo tengo muchas dudas con respecto a mi disco predilecto de ellos, porque este es tan efectivo que comprendo su éxito, peor claro, 'White blood cells' es tremendo, 'Get behind me Satan', una continuación dignísima, 'Icky Thump', una despedida formidable, y sus dos primeros eran muy buenos también, en fin, que maravilla poder gozarlos todos, jeje.
    Muchas gracias por lo de 'gran post', con la pedazo paliza baloncestística con la que lo empecé, no sé yo, jaja, pero que bien que te gustó :D
    Un abrazo!

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