lunes, 9 de junio de 2014

SUICIDAL TENDENCIES

THE ART OF REBELLION  (1992)

Es necesario de vez en cuando echar la vista atrás para que la memoria se conecte con los cinco sentidos y convivan en armonía, recordar donde empezó cada afición nuestra y cuestionarse porque vamos definiendo el gusto con el paso del tiempo, en distintos aspectos de la vida. También es fundamental recurrir al pensamiento para sacar conclusiones y observar que aunque pretendamos evolucionar en la búsqueda, muchas de las cosas que nos hacían vibrar antaño, nos siguen activando cuando las recuperamos, a pesar de que muy posiblemente las escondemos o renegamos de ellas alevosamente. En mi caso particular tengo que confesar que en lo que respecta a eso y especificando en el tema música, he sido algo sacrílego en ocasiones olvidando mencionar muchas de las bandas que durante mi infancia y adolescencia me quitaban el sueño partiendo de una corriente estilística que si bien hoy en día tengo olvidada, en el pasado me proporcionó maravillosas e incontables horas de entretenimiento. Siento como si les hubiera faltado al respeto al no ponerlos por aquí en los años que llevo escribiendo en este espacio, porque hay diversos discos que deben estar en este rincón impreso de mi memoria, a pesar de que ahora los deguste con un oído nostálgico que prevalece por encima de cualquier satisfacción sensitiva. Tengo marcados con un asterisco de imprescindibles a formaciones como Therapy, Faith No More, Stone Temple Pilots, Alice In Chains, Korn, Black Sabbath...veteranos del rock alternativo y alrededores que me gustaría postear alguna vez, pero los voy posponiendo por la tonta idea de que ya no me motivan como lo hacían en mis tiempos mozos y porque los trabajos que tengo de ellos acumulan polvo en la estantería.

Nunca es mal momento para empezar y aunque mi disciplina es cuanto menos dudosa, porque siempre que me propongo hacer algo temático en este espacio, se va al traste la consigna inevitablemente, quiero recuperar cosas que como digo, me ponían eufórico en mi añorada década de los 90's. Muchos géneros musicales que ahora tengo en el olvido me vienen esporádicamente a la cabeza y uno que recuerdo con cariño es el mal llamado (o no?) crossover, donde igual podías encontrar grupos asociados al hardcore, como al thrash metal, el funk-rock, el punk o el skate (etiqueta gratuita donde las haya porque supuestamente la engrosaban artistas que escuchaban los aficionados al deporte del monopatín, sin que importara el estilo real al que pertenecían sus trabajos). 7 Seconds, Fishbone, Living Colour, System Of A Dawn, Jane's Addiction, Sick Of It All, Dog Eat Dog, Bad Brains, Biohazard, Agnostic Front, Dirty Rotten Imbeciles (más conocidos como D.R.I.), Black Flag o Primus desde Estados Unidos, y otros desde otros puntos lejanos como los brasileños Ratos De Porão o los holandeses Urban Dance Squad, fueron referentes de toda una generación, pero si bien no todos me quitaban el sueño, la mayoría de discos de Suicidal Tendencies, quizás los más constantes de todos los citados porque todavía siguen al pie del cañón con treinta y tres años de dilatada experiencia a sus espaldas, eran sin duda mis favoritos.

Era una época en la que comenzaban a surgir vertientes del emergente underground metálico, con denominaciones tales como speed, thrash o death, un tiempo en el que Anthrax, Exodus, Kreator y Overkill, partían el bacalao, y de repente se inició una alternativa sonora con estos tipos del barrio residencial de Venice en Los Angeles (California), como líderes merced a unas composiciones que no solo eran reflejo de sus inquietudes políticas, sino de un nuevo universo que no le hacía ascos al mundo del patín y la serie b.Su ya lejano debut homónimo del 84' está considerado uno de los discos más influyentes del hardcore facturado en tierras californianas, donde de alguna manera nació esta escena de ímpetu urbano. Abrieron la veda a un nuevo concepto y antes de ir evolucionando hasta lograr ser una grupo de reconocido éxito masivo, sus canciones fueron la banda sonora ideal para las mil y una piruetas de los patinadores de todo el mundo, además de ser los responsables de que las calaveras, las bermudas y las gorras de béisbol fueran adoptadas como señas de identidad de toda una oleada de adolescentes inconformistas. Unos años más tarde su álbum 'Join the army' que incluía su emblemática pista "Possesed to skate", les puso en lo más alto, y aquello marcó un antes y un después en su historia. Mejoraron su calidad de sonido y sus creaciones, subiendo un peldaño en destreza instrumental a cada nueva entrega y añadiendo nuevos sabores a su ideario. En la actualidad, tras doce largos, no desmerece ninguno, pero hay dos que en mi opinión recogen todo lo que ha supuesto la existencia de estos tipos, el rocoso 'Lights...camera...revolution!' y sobre todo y ante todo, este magistral 'The art of rebellion'.

Estábamos viviendo de lleno la psicosis infundada por el hecho de que en mi ciudad se iban a celebrar los Juegos Olímpicos y en mi barrio, humilde donde los haya y más en aquella época, se veía policía por todos lados, se hacía lavado de imagen a cualquier fachada o establecimiento comercial e incluso se trataba de limpiar la periferia de ruralismo estrambótico, ejemplo de ello es que al hermano de un amigo mío le pidieron unos agentes de la ley que escondiera su ciclomotor un tiempo para que no estropeara la idílica reconversión de nuestras calles (palabras textuales. El chaval, que era un punkie redomado tenía una Vespino pintada con topos negros sobre color amarillo y el asiento era de imitación pelo de leopardo), pero bueno, esa es otra batalla que tampoco vale la pena comentar en profundidad. La cosa es que yo todavía no había cumplido los trece años, y no tenia el gusto musical muy definido. Probaba con una gran cantidad de bandas sin importarme estilo ni procedencia, y de estos individuos tenía sus dos primeros discos que me parecían muy ruidosos sin pies ni revés, pero al ver la cinta de cassette de esta obra que nos ocupa en un cajón de ofertas, estando aún relativamente fresca su salida al mercado, decidí adquirirla.Sin duda una de las mejores compras de mi vida. Menudo cambio. Suicidal Tendencies habían grabado el disco que con esa edad me iba hacer apreciar la potencia, muy por encima del 'Black album' de Metallica que andaba machacando esos días por recomendación de un amigo.

Sucidal Tendencies eran entonces Mike Muir (prolífico vocalista que ha liderado otros proyectos como No Mercy, Infectous Grooves y Los Cycos), Robert Trujillo (actual bajista de Metallica, colaborador habitual de Ozzy Osbourne y Jerry Cantrell de Alice In Chains, además de componente Black Lebel Society, Mass Mental? y de los antes mentados Infectous Grooves), Rocky George (que después pasó por los míticos Cro-Mags y Fishbone), Josh Freese (legendario batería de estudio que ha trabajado para gente como The Vandals, Ween, Devo, A Perfect Circle, Sting, Weezer u Offspring, solo por citar unos pocos de los cientos que han requerido de sus servicios), Mike Clark (también miembro de Great Gods Of Greed), contando con la ayuda de Dennis Karmazyn y  John Webster, para la concepción de este álbum. Con el paso del tiempo supe que el que fuera su sexto trabajo de estudio, variaba radicalmente su discurso, en virtud de la búsqueda de melodías, con influencias del rock progresivo, sobre un manto funk y un nervio metálico que lo hacía sumamente excitante. Se puede hablar de esta colección de canciones como su acercamiento a lo experimental. Se abría con la atronadora "Can't stop", mi favorita del lote y de la banda en general, una autentico ciclón de cambios de ritmo, energía desbocada y vitalidad coral, que pondría la mano en el fuego a que fue la pieza que más veces escuche en mi pre-adolescencia, luego venían "Accept my sacrifice", que no aminoraba la marcha ni lo más mínimo, desarrollándose a velocidad terminal y apoyándose en un estribillo ladrón de almas, y "Nobody hears", quizás el corte más popular de esta camada y que sin hacer decrecer el robusto inicio dejaba un recoveco para respirar. Tras este fulgurante trío de ases, el nivel se mantenía con "Tap into the power", donde las voces en falsete recuerdan al Lemmy Kilminster más condescendiente, "Monopoly on sorrow", en la que las guitarras llevan el peso con un compás constante y un corazón que late con temple sin llegar a la taquicardia en ningún momento, "We call this mutha revenge", poderosa desde las primeras notas, pues empieza con un solo que abruma hasta la entrada de esos impactos descarnados sobre los parches y esa rabia acumulada que estalla en interpretación vocal, "Gotta kill captain stupid", adrenalina corriendo por encima de los límites hasta sacar la última gota de sangre de las venas, un trallazo que abraza las leyes del metal acelerado, "I'll hate you better", calma necesaria, con un sonido nítido que les acerca al pop en su armonía, aunque pongan tierra de por medio con arrebatos eléctricos a mitad, "It's going down", en la que recuperan la esencia del punk-rock angelino en el que se mueven como pez en el agua, flotando sobre el ambiente el fantasma de unos The Gun Club pulidos, y "Where's the truth", fin de fiesta accesible para despedir una faena excelente.

4 comentarios:

  1. Hola, Agregue tu blog a mi lista de blogs favoritos, podrias añadir el mio en tu blog list? Gracias!! www.kriteriaradial.blogspot.com

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  2. Grandes Suicidal y grande el vespino del punki.

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  3. Eso está hecho, Ariel! en cuanto acabe de escribir este comentario, me pongo a ello. Gracias por agregar el mío. He echado un vistazo previo a tu blog y me ha parecido muy interesante con un contenido muy variado.
    Un abrazo y a seguir!

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  4. jajaja, ya te digo, no sabes lo tremenda que era esa moto, que cosa mas cutre, imaginate el nivel para que se la hicieran esconder, jaja. Tu hermano Miguel conoce esa historia, pero con la memoria de mierda que tiene no se acordará. Aquel tipo era hermano de un compañero de clase nuestro y curiosamente vivía en una casa okupa en el barrio, en plan clandestino, no como los cantamañanas de ahora que pregonan a los cuatro vientos que invaden propiedades públicas (tú ya sabes), y sus compañeros de vivienda eran los Miseria y Kompañía, grupo que seguro conoces, oh gran enciclopedia, jeje.
    De los Suicidal que decir...pues lo que has dicho...muy grandes!

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