viernes, 13 de noviembre de 2015

DEAD GAZE

BRAIN HOLIDAY (2013)

Mi romance con la historia de este artista empezó el mismo día en el que sin conocer su obra leí que había reinventado la fórmula mágica del grunge desafiando los códigos éticos de ese dogma que en realidad nunca tuvo puristas afiliados durante su máximo apogeo a pesar de que en su reivindicación pasado el tiempo, le hayan salido hasta debajo de las piedras entre sus nostálgicos seguidores. Saber que era un tipo que mezclaba el sonido que puso en el mapa musical a la ciudad de Seattle (Washington) con el shoegaze y la psicodelia, llamó mi atención de inmediato de tal modo que busqué enseguida material con su firma que llevarme al oído. Comencé la casa por el tejado, ya que el primero que escuché fue el último que ha editado hasta la fecha, que de hecho es el elegido para protagonizar el presente post, pero para mi sorpresa en él no había tanto rastro de esa innovación mentada por los medios, cosa que si era muy notable en sus anteriores trabajos, y si mucha progresión, un triple salto mortal de calidad despojada de bruma en beneficio de avances melódicos clarividentes y una deliciosa accesibilidad generalizada en la descarada renovación de sus ideas. 'Brain holiday', sigue la estela de su homónimo predecesor, pero sienta las bases de lo que significa el universo Dead Gaze, vehículo creativo de Cole Furlow, quien se ocupa de todo lo referente al proyecto, ya sea composición, instrumentación, producción o promoción.

Natural de Oxford (Mississippi) y afincado en la vecina Jackson (o viceversa, porque no tengo muy claro eso), es un joven de treinta y un años con un talento infinito. Uno se adentra en las exquisiteces de la primera parte de su discografía y descubre un mundo inexplorado, cubierto de capas de sonidos atmosféricos, pedales de efectos evocadores y voces singulares, e inmediatamente piensa en unos Nirvana actuales, adaptándose a la corriente y endeudándose al igual que muchos con la poderosa influencia del rock progresivo más lisérgico y con la experimentación digital, pero no contento con destilar semejante osadía en notas musicales, para la segunda fase de su trayectoria nos brinda un sabrosísimo cóctel noventero en cuyo espejo se refleja la figura de Weezer y Pixies. Claro, uno puede pensar que el cambio es brusco, que tenía más mérito su concepción inicial, pero entonces es cuando nos enteramos de que este último álbum fue el primero que pudo grabar en condiciones. La cosa vino motivada por que el caprichoso destino quiso obsequiar su buen hacer con una nueva amistad que a la postre le ofrecería un estudio de grabación de millones de dólares durante dos semanas a coste cero. El bueno de Cole, que hasta entonces había utilizado sus precarios medios para dar forma a sus discos (sus piezas de ruidoso pop, llenas de energía e invención con alma lo-fi, sonaban así porque no había mucha tela que cortar en cuanto a pulimento), construyó una colección de canciones hechas a su gusto y con dos semanas de plazo para conseguirlo, le sobró tiempo. Había parido su mejor trabajo hasta la fecha, aunque eso va a gustos.

Con un título que bien podría ser un juego de palabras respecto a su mutación, indicando que por esta vez le dió unas vacaciones a su cerebro para fabricar temas más directos y fáciles de asimilar, enfocó sus miras hacia un rock alternativo de pegadizas armonías que se alimentan unas a otras creando un ecosistema apacible. No rompió por completo con su pasado, puesto que a lo largo y ancho del minutaje se distinguen pinceladas de cualquiera de los esbozos dibujados para sus pequeños divertimentos autoeditados, sobretodo de 'Dead gaze' su anterior plástico (compuesto de viejas pistas renovadas y algunas inéditas), que contenía varios cortes que anunciaban el camino que iba a seguir en el futuro. En estos diez años de experiencia ha publicado cuatro Lp's, tres Ep's y un split compartido con Gray Things, dotados de una evolución depurada que desemboca en este caramelo de dulce sabor. Si The Flaming Lips era el referente en sus comienzos, The Shins quizá sea el grupo más recurrente en la actualidad a la hora de citar una semejanza y en base a eso, este teórico debut oficial, y digo esto porque en principio es el que le ha servido de presentación en sociedad respecto a la industria discográfica, ha incorporado otra coartada distinta al uso de los sintetizadores, las cajas de ritmo, las guitarras y las voces, logrando una mayor atención y un sonido resultante portentoso.

FatCat Records, tuvo el privilegio de añadirlo a su plantilla y darle cobijo en su mastodóntico catálogo en el cual figuran Animal Collective, Sigur Rós, Best Friends, Frightened Rabitt, Black Dice, múm, Breton, We Promise Jetpacks, Panda Bear, The Twilight Sad y Vetiver, entre otros. Tengo que confesar que es uno de mis artistas favoritos de los últimos años y que este disco en concreto está en un pedestal en lo que se refiere a mi gusto, algo que probablemente entenderéis justificado cuando acaricien vuestro paladar las múltiples especias de diamantes como "Yuppies are flowers", veloz, luminosa, muy muy afín a lo que hacían mis siempre admirados y ahora también añorados (no hace mucho que anunciaron su separación) Caesars, una apertura rompedora que apuesto tararearéis desde la primera audición que le dediquéis, "Rowdy jungle", un explícito homenaje al imaginario de Rivers Cuomo, pero también al de su otrora colega Matt Sharp y sus inconstantes The Rentals, "Stay don't stay", suave belleza que flota en serena calma acústica, con la voz de Furlow rozando el falsete y recordando a la de Ben Cooper de Radical Face y Electric President o a la de Jason Quever de Papercuts, "Runnin' on the moon", teclas emulando una sección de viento, un estribillo de registro macarrónico, vacilón y rebelde, y un envoltorio stoner que podría encajar en la reconversión del género que crea Sebastien Grainger en sus discos en solitario al margen de Death Above From 1979, "You'll carry on real nice", punk-rock y electrónica casera en creible alianza, "Breathing creatures", hermosa tonada de pulso confortable, con compañía femenina y reminiscencias de bossanova impura pero respetable, y "Possible embrace", como si David Terry de Aqueduct se hubiera pasado por ese lujoso estudio en el que se grabó esta joya.

R, Cole Furlow se curra todo esto él solito, tal y como os comenté antes, aunque en vivo está acompañado por una formación de cinco músicos. De él se sabe también que pertenece a un colectivo de pequeñas bandas y artistas que se va haciendo un hueco en North Mississippi bajo el nombre de Cats Purring Collective y del que también forman parte Dent May, Bass Drum Of Death And Flight.

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