sábado, 4 de septiembre de 2010

THE MAE SHI

HLLLYH (2008)

Hace unos días, escuchando este disco, recordé como fue mi primera toma de contacto con su música y me pareció realmente digno de mencionar en esta humilde bitácora. El caso es que fue divertido porque transcurría la hora bruja de la penúltima edición del Primavera Sound, esa que se basa en dj's machacones y bandas electrónicas sin ton ni son, cuando mi gran amiga Viola y yo caímos derrotados en el césped y decidimos echarnos una larga charla sobre diversos temas, incluido el despotrique cariñoso sobre la persona de nuestro querido Viktor, por abandonarnos a esas horas, declinando la posibilidad de degustar algún que otro concierto más, cuando de repente ante el incesante engarrotamiento de mis riñones decidimos dar un paseo por el Fórum y escuchamos unos soniditos de teclado Casiotone, con los que parecía imposible estarse quieto, en uno de los escenarios que formaban parte del paisaje. Tras consultar en el programa el nombre de la banda que actuaba nos dirigimos hacía el lugar del que provenía la música y al segundo de llegar, The Mae Shi se despedían de cuajo con unas sonrisas de oreja a oreja tanto de ellos como del respetable allí presente. Nuestro gozo en un pozo. Nuestra energía cortada por ese desenlace se quedó acumulada para el día siguiente, pero no dejó de ser un chasco no haber dado unos últimos coletazos con aquel recital que tan buena pinta tenía, y esa fue mi primera experiencia con este inclasificable grupo de Los Angeles (California), de los que tan solo había oído hablar en alguna reseña o entrevista, pero que desconocía como sonaban (algo así como lo que decía la insufrible Sofía Mazagatos sobre el escritor Mario Vargas Llosa, que no había leído nada de él, pero que lo seguía mucho). Sabía que se les englobaba dentro de la emergente escena hardcore-punk de su ciudad, esa con afinidad por los ruiditos electrónicos y las distorsiones abrasivas propias del noise-rock, con Japandroids, No Age y Ave Vigoda a la cabeza y con Wavves, Ponytail y Japanther en una segunda hornada surgida de distintos puntos de la gigantesca geografía estadounidense, pero al poco de hacerme con sus discos, descubrí que eran algo más que un grupo perteneciente a ese lote. Si bien es cierto que sus tres primeros discos podían identificarse como algo brutos, acelerados e inquebrantables, en esta ocasión para mostrar al mundo su cuarto largo, dieron una vuelta de tuerca en favor de las melodías juguetonas, los coros hooliganescos y el gamberrismo adictivo cubierto de teclados y programaciones festivas, alcanzando una identidad sugerente en temas como "Lamb and the lion", que parece homenajear el "Baba O'Really", en su inicio para desembocar en una amalgama de estilos alegres que a ritmo de una base incansable recuerda más a los últimos The Flaming Lips o a Late Of The Pier que a cualquier otra banda, dejando pistas de lo que viene después, un álbum de piezas cortas (en la mayoría de los casos superan escasamente los dos minutos), que pasan como un vendaval de optimismo y adrenalina hipervitaminada, y para ello solo basta con prestar atención a todo lo que viene a continuación con "PWND", una proeza dentro de los cambios de rumbo con unas percusiones que rozan la épica, "Boys in the attic", rock'n'roll puro con velocidad extrema sin dar tregua ni descanso, y trayendo a la memoria a Jane's Addiction y los galeses Future Of The Left, "7 x x 7", más de lo mismo, pero esta vez con un efímero parón con sabor a Primus para dar paso al mejor tema del disco "The melody", el equivalente underground y sucio del "Kids" de MGMT, con el cuál se ha de estar clínicamente muerto para no moverse y mudo para no corear a voz en grito ese animado estribillo, "Leech and locust", que recupera el pulso con unas crudas guitarras y un parón coral de tintes espaciales adornado por un sintetizador, "Run to your grave", mi favorita del álbum por su calor veraniego y esa armonía contagiosa que la hace entrañable al son de palmas,guitarras pop y una anarquía vocal irresistible, destilando jovialidad adolescente de cada nota que la compone, "Kingdom come", explosiva pieza que rompe la mecánica auto-impuesta de aplicar largos desarrollos con sus mas de once minutos de electrónica ochentera, textos en vocoder, percusiones tribales y atmósferas celestiales, manteniendo el equilibrio con varios bandazos en direcciones estilísticas opuestas para catar la world music, el post-punk, el dance-rock, el pop y la electrónica de garrafón, dejando claro que se trata de un grupo de personas obsesionadas con la experimentación, "Party politics", donde recuperan la inmediatez de sus primeros trabajos con un hardcore furioso que contrasta el global del disco, "Young marks", autentica marcianada cantada con técnicas digitales y en cuyo estribillo se puede notar cierto tributo al "Life on Mars" de David Bowie, y "Divine harvest", reposado corte de despedida que vuelve a asomar otro conato de homenaje encubierto, esta vez al "Born in the USA" de Bruce Springsteen y que va apagando poco a poco la llama que ha mantenido esta obra viva durante poco más de tres cuartos de hora. Un disco tal vez difícil, pero que si se le coge el punto, acaba sentando muy bien en días de júbilo. Los hermanos Jeff y Tim Byron, Bill Gray, Brad Breeck, Marcus Savino y Jacob Cooper, formaban entonces The Mae Shi.

4 comentarios:

  1. perooooooooooooooo MEEEEEEEEEE ENCANTÓ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  2. jajaja!!! tú siempre tan explícita!! me encantas!

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  3. Ya he recordado si, es un peligro sentarse en el césped, ya me pasó con los dinosaur, que les escuché de fondo incapaz de levantarme. No me ha gustado mucho el disco en general, sólo run to your grave, tal vez sea el día o el lugar.
    Y este año me perdí a los surfer blood por culpa del monotonix ese! :p
    besos.

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  4. Es un disco algo difícil, cierto. De todos modos a base de escuchas se le nota cierto encanto, al menos en las canciones más accesibles, porque hay otras que son muy brutas, jeje.
    ...y no te quejes de Monotonix que bien majos eran con el pecho descubierto, sudados como pollos y con olor a reno, dando abrazos a todo quisqui jajaja. Fue una experiencia inolvidable, no se puede negar, aunque lo cierto es que yo quería ver a Surfer Blood, lástima que aún no los conicieráis :(
    El caso es que me alegra mucho que te gusten, porque son jovenzanos y pueden volver a venir.
    Besos de los gordos!

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